Presidente Santos: «Construir la paz es el desafío más grande, el más importante, el más valioso, que cualquier país pueda tener»

Palabras del Presidente Juan Manuel Santos con motivo del primer aniversario de la firma del Acuerdo de Paz en el Teatro Colón

«Colombianos:

Hace un año firmamos el Acuerdo de Paz definitivo con las Farc.

Lograrlo fue difícil, pero silenciar los fusiles nos ha permitido salvar vidas, miles de vidas. Solo eso hace que semejante esfuerzo haya valido la pena.

Construir la paz, sin embargo, es mucho más que poner punto final a los ataques, los atentados, los enfrentamientos. Y es mucho más difícil.

No es algo que se hace de la noche a la mañana. Toma tiempo y necesita que los colombianos nos unamos para lograrlo.

Entiendo la impaciencia y la urgencia que muchos expresan. Todos quisiéramos que los cambios y las oportunidades de la paz fueran ya una realidad.

También sé que ha habido demoras, dificultades, errores. Pero estamos trabajando sin descanso para acelerar el paso y avanzar.

Y la verdad es que los colombianos hemos sido más exitosos en sentar las bases iniciales de la paz que muchos otros países en situaciones parecidas.

Así lo señala un estudio independiente del Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos. Ellos, luego de comparar 34 procesos de paz en el mundo, han concluido que el nuestro, el colombiano, es uno de los mejor diseñados, más completos y que su avance en un año es más rápido que el de cualquier otro acuerdo de paz.

Para construir paz estamos trabajando en tres frentes: seguridad, oportunidades y reconciliación.

Primero, la paz debe traer más seguridad y más tranquilidad.

Por supuesto que lo que más nos preocupa en este campo son los ataques contra líderes sociales. Cada asesinato, cada atentado, cada amenaza nos duelen y nos imponen la tarea de redoblar esfuerzos para garantizar la seguridad de todos ellos.

No nos hemos quedado cruzados de brazos. En coordinación con la Fiscalía, con la Procuraduría, nuestra fuerza pública está trabajando para proteger a los líderes y para capturar a los responsables.

De los 111 casos documentados ocurridos en 2016 y 2017, se han identificado los responsables en más de la mitad de ellos. La Fiscalía ha concluido que hasta ahora no se puede decir que hay un patrón, una acción sistemática contra ellos. Los motivos son diversos y en muchos casos no están relacionados con su actividad social o política.

Tenemos además un sistema de alerta temprana y de respuesta inmediata que permite protegerlos mejor. No vamos a descansar hasta no lograr que todos ellos se sientan tranquilos y respaldados por el Estado.

Además de la respuesta específica para cada caso, nuestras Fuerzas Militares y de Policía han iniciado una gran campaña de presencia en las regiones más afectadas por el conflicto para garantizar la tranquilidad recién ganada de sus habitantes. Son más de 84 mil hombres y mujeres dedicados a esa tarea en 170 municipios.

Una de las amenazas más peligrosas que nos dejó el conflicto son las minas antipersona. Colombia fue el segundo país más minado del mundo, después de Afganistán. Había 673 municipios con presencia de minas.

Desminar es una tarea compleja y peligrosa. Pero estamos avanzando a grandes pasos. Ya declaramos libres de minas a 175 municipios. Estamos trabajando en 244 más, en 22 departamentos. Antes del fin de mi gobierno, habremos limpiado el 50% de todo el territorio. La meta es tener un país libre de minas en 2021.

Así como el narcotráfico ha sido combustible de nuestro conflicto armado durante más de 30 años, el conflicto nos impidió avanzar de manera contundente contra el narcotráfico.

El fin del conflicto –lo he repetido muchas veces- nos abre una oportunidad única de superar por fin este terrible problema.

La fuerza pública ahora está concentrando toda su capacidad operativa contra las organizaciones mafiosas y criminales que se enriquecen con el tráfico. Los golpes dados al clan del golfo y otros grupos criminales lo demuestran. Hemos incautado más cocaína que nunca antes en la historia y varios de los principales cabecillas de esas organizaciones han sido capturados o dados de baja.

Ayer mismo, con la baja de alias Inglaterra, se le dio otro gran golpe a una de las organizaciones –el clan del golfo- que ha sido identificada como responsable de varios asesinatos de líderes sociales.

En materia de cultivos, tenemos una estrategia clara. Por un lado, un plan de sustitución de cultivos que en seis meses ha vinculado a más de 25 mil familias que están eliminando las plantas de coca para sembrar cacao y café en más de 22 mil hectáreas.

La sustitución es un trabajo de largo plazo, pero fundamental para reducir los cultivos ilícitos y garantizar el sustento de las familias que esta dedicadas a cultivar coca.

En paralelo, la fuerza pública está avanzando de manera decidida en la erradicación de los grandes cultivos. Ya son 47 mil hectáreas que hemos erradicado: ¡es el 97% de la meta!

Otro elemento fundamental para garantizar la tranquilidad y la sostenibilidad de la paz, es dar a los excombatientes una oportunidad para que se reincorporen a la sociedad y no vuelvan a delinquir.

Para lograrlo aprendimos de los errores y los aciertos del pasado. Colombia ha reintegrado a más de 50 mil antiguos miembros de grupos guerrilleros y paramilitares. Sabemos que acompañarlos en la ruta a la legalidad no es fácil y no se hace de la noche a la mañana.

Por eso los estamos capacitando. 3.280 están estudiando primaria o bachillerato. 700 se están formando como técnicos agropecuarios para desarrollar proyectos agrícolas. 1647 están en cursos del Sena. 426 se están entrenando para hacer desminado. 1.200 serán vinculados a la Unidad Nacional de Protección. Y estamos trabajando, con el apoyo de empresas privadas, en el desarrollo de proyectos productivos para que tengan una forma de ganarse la vida y aportar a la sociedad.

Esos proyectos productivos, para que tengan éxito y sean sostenibles, los estamos estructurando con cuidado. No queremos repetir la experiencia que tuvimos con el M-19, que por el afán de comenzar a mostrar resultados se hicieron las cosas mal.

Todos los proyectos productivos que iniciaron fracasaron. No queremos volver a repetir ese error y estamos avanzando en macro proyectos con el sector privado, cooperación internacional y entidades nacionales, así como en proyectos de autoabastecimiento que han formulado los excombatientes.

Ayer estuve en el Congreso de Infraestructura y recordaba cómo al comienzo, primer año y segundo año, todos reclamaban ¿dónde están los proyectos? ¿Por qué el Gobierno se demora tanto? ¿Por qué esa lentitud de las instituciones?

Y yo le dije, en ese entonces al doctor Juan Martín Caicedo y a todos los directivos: paciencia, queremos hacer las cosas bien, queremos que esto funcione. Y ayer todos reconocieron que se hicieron las cosas bien y que el país está viviendo una verdadera revolución en materia de infraestructura.

Aquí en esto también queremos hacer las cosas bien.

Otra gran ausente en las regiones donde más dramáticamente se vivió el conflicto era la justicia. Hoy, en 92 municipios, por primera vez hay presencia de sistemas de justicia.

Nos falta mucho, pero vamos avanzando. Creamos 107 casas de justicia y 37 centros de conciliación para que los problemas entre vecinos puedan resolverse por vías pacíficas.

El segundo requisito para construir paz es que el fin del conflicto lleve oportunidades de progreso, inversión y mejor calidad de vida para los colombianos en general, pero para los colombianos que han sufrido el conflicto en particular.

Este es el tema de más largo plazo, el que más tiempo requiere. Pero sin duda alguna es el más importante.

Para lograrlo hemos dado prioridad a las regiones más golpeadas por la violencia. No podemos hacer todo al mismo tiempo. Zonas como los Montes de María, o municipios como La Paz en el Cesar, Caldono en el Cauca, o Uribe en el Meta llevaban años y años frenados y aislados por culpa de la violencia. Llegó la hora de que las oportunidades y el progreso lleguen a esas regiones.

En 170 municipios como esos estamos trabajando con la comunidad, con las juntas de acción comunal, con las autoridades locales, para definir planes de desarrollo que respondan a sus necesidades, a sus prioridades. Se trata de programas de corto, mediano y largo plazo.

Ya estamos construyendo en 51 municipios, con la gente de las zonas, 722 proyectos de puentes, escuelas, puestos de salud, pequeñas infraestructuras comunitarias que transforman la vida cotidiana porque nunca habían tenido presencia efectiva el Estado.

Lo que más reclaman los habitantes de esos municipios son vías para sacar sus productos al mercado, para ir al médico, para conectarse con el país. Por eso ya está en marcha un plan para mejorar cerca de 2.500 kilómetros de caminos veredales y pequeñas carreteras.

A eso se suman las vías terciarias que vamos a hacer por todo el país, con los gobernadores y alcaldes invirtiendo los recursos de las regalías. En este último caso serán 3 mil kilómetros adicionales de vías terciarias en todos los departamentos.

En todo lo que llevamos del gobierno, en estos siete años hemos construido 2.500. El próximo año, año y medio, vamos a construir 3.000. Ya están los recursos, los proyectos se están estructurando y vamos a comenzar a ejecutar lo más pronto posible.

La educación ha sido prioridad del Gobierno, ustedes lo saben. Hemos colocado la educación en el primer lugar de nuestro presupuesto y el presupuesto es lo que señala las prioridades de un gobierno.

Llevamos cuatro años con el presupuesto de educación por encima de cualquier otro sector. Tradicionalmente era seguridad y defensa.

Y la brecha con educación y los demás sectores año por año se está abriendo. Y eso está bien, porque no hay mejor inversión para una sociedad que la educación.

Pero tenemos que hacer mucho más para mejorar la educación, sobre todo en el campo, con programas específicos, porque allá en el campo es donde está concentrada la pobreza y la desigualdad, mucho más que en las ciudades.

Con programas como Manos a la Escuela ya hemos adelantado obras en 23 sedes de seis Instituciones Educativas, mejorando así las condiciones del acceso al derecho a la educación y en este caso les estamos haciendo posible ejercer ese derecho a más de 3 mil niños.

No se les olvide que este gobierno decretó la educación gratuita para todos los niños y niñas de Colombia en las escuelas públicas, del grado cero al grado once.

Y en un municipio que tiene un nombre muy lindo, La Paz, en el Cesar, concretamos la construcción de una nueva sede de la Universidad Nacional.

Se han creado 18 Alianzas Plan Rural de Educación Superior para la Construcción de Paz, con el propósito de acercar las oportunidades de educación superior y de educación para el trabajo, sobre todo a las víctimas, los campesinos, los indígenas, a las comunidades negras, a las mujeres, a los excombatientes, a los estudiantes universitarios, a los docentes, entre otros.

Pero el Gobierno no es el único que puede aportar. El sector privado, otras empresas sin ánimo de lucro, juegan un papel clave para generar empleo, desarrollo e incluso para construir obras públicas.

Para promover la inversión privada definimos 344 municipios donde las empresas que se instalen ahí tendrán unos beneficios tributarios muy generosos por los próximos diez años.

Y acabamos, esta misma semana, de firmar el decreto donde también se autoriza a las empresas a pagar sus impuestos, haciendo ellas mismas obras que requieren las comunidades.

El fin del conflicto trae, primero que todo, oportunidades para el desarrollo del campo y así lo pactamos en los acuerdos.

Y sin haber comenzado los programas de fondo, que los estamos estructurando, el solo hecho de vivir más tranquilos en el campo ha hecho que este año la agricultura en los últimos tres trimestres ha sido el sector de la economía que más ha crecido.

Y para seguir promoviendo ese crecimiento hicimos más de 500 alianzas productivas, 513, para reactivar la economía de las zonas rurales más afectadas por el conflicto y así asegurar la compra de la cosecha de más de 30 mil familias campesinas.

Vamos a financiar 44 proyectos productivos en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación para productos como el cacao, como el café, como la producción tilapia, de trucha, y palma.

El turismo es una de las actividades económicas con mayor potencial para Colombia. No en vano somos un país de una belleza y una diversidad que el mundo admira. Pero era también uno de los sectores más frenados por la violencia.

¿Quién podía o quería ir a visitar un sitio extraordinario como Caño Cristales, o San Agustín o ir a Ciudad Perdida, en medio de la violencia y el conflicto? ¡Nadie!

Pero ahora, con la paz, regiones enteras del país están viendo llegar los turistas –nacionales y extranjeros—deseosos de descubrir nuestras riquezas de verlas de disfrutarlas. Nuestras riquezas naturales, nuestras riquezas culturales. Somos un país de una riqueza cultural extraordinaria.

Lo decía Carlos Fuentes: la diversidad es la fortaleza de América Latina, pero si hay un país diverso y fuerte es Colombia. Y todo eso genera más empleo con esta llamada industria sin chimeneas.

Creamos el programa Turismo y Paz como parte de este proceso. Mañana mismo muchos de los ministros se van air por el país entero –yo estaré en Montes de María, la ministra de Comercio, Industria y Turismo, estará en el Putumayo– lanzando una nueva campaña que hemos denominado “Seguro te va a encantar”.

Son 11 rutas de que recorren rincones maravillosos de nuestro país que antes estaban vedados por la violencia.

Ahora después de esta celebración por la vida que estamos haciendo aquí en el Teatro Colón ustedes –y les agradezco que han promovido este encuentro–, después voy a salir hacia La Montañita, en Caquetá, donde nunca antes había llegado un presidente.

¿Y qué voy a hacer allá? Compartir con la comunidad los avances en materia de educación. Ya hay proyectos productivos que se están adelantando. La oferta de servicios del Estado que por fin están llegando a ese municipio.

Y el tercer elemento, construir paz, significa la reconciliación de los colombianos, como nos lo pidió el Papa Francisco en esa histórica visita que hizo algunos meses. Y para ello debemos empezar por los derechos de las víctimas.

Cientos de miles de familias fueron desplazadas, expulsadas de sus parcelas. Y estamos empeñados en garantizar que esas víctimas puedan regresar, volver a sus hogares.

La Ley de Restitución de Tierras, esa ley que firmamos el año 2012, que fue una ley realmente importante. Aquí vino el propio Secretario General de Naciones Unidas a decir: Colombia le está dando ejemplo al mundo. A través de esa ley ya hemos hecho con más 31 mil familias lo que queremos hacer con más, que es regresarles 220 mil hectáreas, devolverles sus tierras que les fueron usurpadas por la violencia.

Hay 800 mil hectáreas más pasaron por el filtro de la Unidad, del Gobierno, y que están ya ante los jueces para que sean devueltas a aquellos campesinos que fueron desplazados por los fusiles. Y 2.700 familias están ya recibiendo apoyo económico para que puedan volver a producir en sus tierras.

Pero este conflicto dejó demasiadas víctimas. Hay más 8 millones de víctimas registradas. Y ellas tienen derecho a conocer la verdad, a recibir justicia, reparación. Y que se garantice que nunca más –¡nunca más!– vuelvan a ser victimizadas.

Y la Comisión de la Verdad, que preside un gran colombiano, el padre de Roux –y le agradezco mucho–, que se designó recientemente y la vamos a poner a funcionar lo más pronto posible. Me han pedido unos días mientras arreglan sus problemas personales. Pero yo les dije que tienen todo el apoyo y tendrán todo el apoyo del Gobierno.

Y ayudará precisamente a que la verdad sea conocida. Y que eso permita que muchos puedan hacer el duelo de sus familiares.

Durante este proceso –durante este difícil proceso– yo recibí una recomendación al comienzo del proceso. Alguien, un profesor, me dijo: Y le voy a recomendar que cuando se sienta ya como derrotado, cuando esté a punto de tirar la toalla –porque usted va a recibir críticas de todos los lados–, hablé con las víctimas.

Esas víctimas le van a dar a usted una energía especial para seguir adelante.

Y yo le dije a Paula Gaviria –que creo que aquí también está presente–, deme nombres de víctimas con las cuales yo pueda hablar así espontáneamente y así lo hice.

Y cuando me sentía derrotado y a punto de tirar la toalla, me sentaba con las víctimas y me contaban sus historias. E inmediatamente el entusiasmo se multiplicaba, yo tengo que seguir adelante.

Y muchas de ellas me contaban unas historias terribles que me arrugaban el corazón, me hacían llorar. Y después decían pero yo no quiero que eso les suceda a otros. Por eso lo apoyo, Presidente.

Y a veces me decían: lo único que yo quiero es que me digan la verdad, dónde está mi hija, dónde está mi hijo, dónde está mi papá.

Esa verdad va a ser muy importante, padre De Roux.

Y el dilema más importante en todo proceso es dónde trazar la raya entre justicia y paz. No importa donde se trace. No importa cómo se haga. Siempre habrá inconformes de un lado y del otro.

Así ha sucedido en todos los procesos de paz del mundo. Y eso es lo que estamos presenciando en este momento.

Y para mí, les confieso, es una señal de tranquilidad. Es también la señal de que encontramos un buen equilibrio.

La Corte Constitucional le dio un espaldarazo –¡por unanimidad!– a la Justicia Especial de Paz y a la ley estatutaria que la reglamenta, que está en su último debate.

Yo le pido al Congreso que termine el tramite lo más pronto, para que los jueces inicien ya su trabajo.

Aquí también nos acompaña la presidenta, que tuve el honor de posesionar, la presidenta de la JEP, la doctora Patricia Linares.

Tienen un gran trabajo por delante. El mundo entero tiene los ojos puestos en cómo va a funcionar esta justicia tan creativa, porque aquí estamos, como dice la canción, haciendo camino al andar. Aquí hay elementos que no aparecen en ningún otro proceso. Fuimos ingeniosos, fuimos creativos, fuimos audaces y necesitamos que los jueces inicien ya su trabajo.

No hay tiempo que perder. Por eso reitero el pedido para que en la Cámara se apruebe esta ley lo más pronto posible y podamos iniciar ese trabajo que nos va a permitir cerrar el conflicto. Porque para eso es la Justicia Transicional, para cerrar, pero no para mantener las heridas abiertas.

En los próximos meses, los ejercicios de esclarecimiento de la verdad, la reparación de las víctimas, des sanciones a los victimarios en Colombia nos permitirán sentar esas bases para la reconciliación.

Todo acuerdo de paz que pone fin a un conflicto armado interno busca que se cambien, como decía Felipe González, las botas por los votos.

Así ha sido en el pasado en nuestro país y así lo acordamos en esta oportunidad.

Por eso yo he mantenido una posición muy firme frente a aquellos que quieren tratar de impedir la participación de las Farc en la política antes de que se surtan algunas condiciones.

Colombianos, queridos amigos:

Construir la paz que tanto anhelamos, que tanto necesitamos, exige esfuerzo, exige dedicación, exige trabajo. Es una tarea difícil, con inmensos retos, que requiere perseverar y que requiere mantener la mirada puesta en ese puerto de destino, en ese objetivo común.

Y yo dedicaré hasta mi último día de gobierno y hasta el último día de mi vida, a trabajar sin descanso en este propósito.

Y a pesar de los retrasos, a pesar de las dificultades, hemos avanzado.

El propio Instituto Kroc dice en su último informe algo que quiero que entiendan bien. Dice en su último informe que en estos procesos siempre hay quienes ven el vaso medio lleno y otros siempre lo quieren ver medio vacío.

Ahora las Farc, partido político, y la extrema derecha coinciden en esto último. En que deben ver el vaso medio vacío. Y a los dos les conviene criticar al Gobierno, criticar al Estado por un supuesto incumplimiento.

Bienvenidos a la democracia. Están ejerciendo la política.

Pero ellos, el Instituto Kroc, lo consideran medio lleno. Yo también, nosotros también. Y el desafío es acabar de llenarlo lo más pronto posible.

Sé que las Farc tienen reclamos, sé que tienen preocupaciones. Me reuniré hoy mismo con sus jefes, con su jefe máximo, aquí presente y con el mejor de los ánimos, como siempre lo he hecho, para resolver –en la medida de lo posible- sus inquietudes.

Pero que no quede la menor duda: seguiremos cumpliendo con los acuerdos.

Construir la paz es el desafío más grande, el más importante, el más valioso, que cualquier país pueda tener.

Los colombianos somos batalladores, somos valientes, somos trabajadores. Y estoy convencido de que esta tarea no nos va a quedar grande.

Por eso los invito desde el fondo de mi corazón, por ustedes, por nosotros, por nuestros hijos, a que sigamos avanzando. A que en torno a este objetivo nos unamos. En torno a otros objetivos podemos tener grandes diferencias, pero en torno a este objetivo nos unamos, a que no nos dejemos ganar por el pesimismo.

Los invito a construir paz, a liberar así todo el potencial que tenemos y que podemos aprovechar para poder realmente ofrecer esas oportunidades que la paz nos da a este gran país que tenemos. A nuestra bella Colombia.

Muchas gracias.»

Noviembre 24 de 2017

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