A más tardar a finales de enero, por decisión de un juez de la República, se sabrá la verdad sobre el metro de Bogotá. A raíz de una acción de cumplimiento que presenté y fue admitida por la juez 54 administrativo de Bogotá.
Según la juez el material probatorio allegado le permite adoptar una decisión de fondo en un plazo máximo de 20 días hábiles a partir del 13 de diciembre. La acción de cumplimiento pretende que se cumpla el artículo 9° del acuerdo Distrital 642 de 2016, acuerdo que autoriza las vigencias futuras que presentó la administración Peñalosa, que como lo demostré en el debate que hice con más de 19 pruebas, para ser aprobado se presentaron estudios de un metro pesado. En consecuencia lo que aprobó el Concejo de Bogotá fue un metro subterráneo.
La decisión del juez no será cualquier cosa, nada menos y nada más, bajo la gravedad del juramento, la administración Peñalosa tendrá que decir la verdad. En este caso es, si el metro elevado, que se dedican a promocionar a los cuatro vientos tiene estudios.
El metro subterráneo se demoró ocho años en estudios de ingeniería de diseño conceptual, de ingeniería básica avanzada y de ingeniería de valor y fue un proyecto en el que Bogotá mantuvo su rumbo. El metro elevado hasta el mes de mayo, como lo demostré, no tenía ni siquiera un estudio de pre factibilidad y es imposible que en menos de 6 meses tenga unos estudios siquiera comparables con los estudios de ingeniería de detalle que en 8 años se hicieron para el metro subterráneo tal como lo exige la ley. Por eso es una falacia, sin que existan estudios comparables, decirle a Bogotá que el metro elevado es mucho más barato que el metro subterráneo.
En la separata promocional difundida el domingo 18 de diciembre “Bogotá Lista para la Gran Transformación” el Alcalde afirma lo siguiente: “en el Metro de Bogotá, por ejemplo, en diez meses, se avanzó más de lo que se había adelantado en los últimos 70 años.” Falso, solo hasta febrero, un mes después de posesionado, firmó un contrato con Systra por el valor de $1.900 millones de pesos, para realizar un estudio de pre factibilidad. Y es con este estudio que pretende decir que cuenta con los soportes para un metro elevado. Solo en 1998 el mismo alcalde Peñalosa se gastó 27 mil millones en estudios de un metro que no hizo.
El Concejo le aprobó a Peñalosa 4.1 billones de pesos de vigencias futuras el 12 de mayo de 2016, y solo hasta octubre, 5 meses después, la Alcaldía dio a conocer los resultados de análisis de necesidad o pre factibilidad, es decir, las vigencias futuras se aprobaron con los soportes de un metro subterráneo. Pretender decir que son los mejores estudios en 75 años, sin estudio de Ingeniería Básica Avanzada es un despropósito.
En este panorama, Bogotá puede estar corriendo el riesgo de que se pierda una gran cantidad de recursos en la megaobra más importante de la nación y del distrito, un metro sin estudios de ingeniería básica avanzada. Experiencias recientes como Reficar o el túnel de la línea, por nombrar algunas, nos señalan que megaobras con estudios sin rigor técnico terminan en grandes carruseles de corrupción. Bogotá había asumido un rumbo en el plan maestro de movilidad, y el distrito y la nación le apostaron al metro subterráneo con un costo de $136 mil millones de pesos. A Peñalosa, siguiendo el rumbo, le correspondería iniciar la obra.
Con el fallo de la juez, la invitación es a dar una gran discusión de ciudad, donde al frente también tiene que estar el empresariado bogotano. Cada día que pasa sin metro perdemos en competitividad y productividad y nos deja como una de las ciudades más rezagadas de América Latina. Por eso invito a que de la mano de Probogotá, para el mes de febrero, hagamos un debate con el empresariado de la capital y la región para definir de una vez por todas, y asumir el rumbo que se merece una de las capitales más importantes de América Latina que se quedará sin metro y trenes ligeros.
Bogotá no puede repetir el fracaso de 20 años atrás, no hicimos metro y el resto de las ciudades importantes de América Latina lo construyeron ganándonos en competitividad.
Peñalosa lo sabe. En rigor, la elaboración de estudios de ingeniería conceptual y de ingeniería de detalle para un metro elevado se tardará los años que le quedan de administración y Bogotá perderá la oportunidad de iniciar ya la construcción de un plan de movilidad sostenible con un completo sistema férreo de trenes ligeros cuyo eje debe ser un metro subterráneo ambientalmente sostenible y que nos ponga a la altura de las grandes capitales de América Latina.
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Adenda: llama la atención que los técnicos de Planeación, Hacienda y la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) que acompañaron y avalaron los estudios del metro subterráneo, hoy guarden silencio ante la descalificación que hace el Alcalde Peñalosa de los estudios.
*Concejal Progresista de Bogotá