El estiércol: un fertilizante orgánico para épocas de crisis

El estiércol no solo apesta, sino que tiene mala fama. No obstante, hoy en día se lo utiliza cada vez más, debido a la escasez y a los altos precios de los fertilizantes artificiales.

Los fertilizantes artificiales se han convertido en un elemento clave en la agricultura. No se trata solo del nitrógeno, que fomenta el crecimiento de las plantas. También el fósforo y el potasio son nutrientes importantes, al igual que componentes secundarios como el azufre, el magnesio y el calcio. En el caso de los fertilizantes minerales sintéticos, sus proporciones pueden adaptarse a las necesidades.

Pero hay también un fertilizante natural que, hasta cierto punto, puede cumplir estas funciones: el estiércol.

Hasta ahora, se consideraba adecuado aplicar menos estiércol a los sembradíos, no por la pestilencia, sino para proteger el agua potable. Sin embargo, también en este asunto las cosas han cambiado tras la guerra entre Rusia y Ucrania, dado que para producir fertilizantes sintéticos se requiere gas. Y este se ha vuelto escaso, y cada vez más caro, debido a la guerra.

En consecuencia, ha recobrado popularidad el estiércol, un residuo de la ganadería. La Federación Alemana de Agricultores (DBV) confirma que la demanda ha aumentado, debido a que los precios de los fertilizantes artificiales se han triplicado, o incluso cuadruplicado, desde el año pasado. Además, cuesta conseguirlos.

Bancos y bolsas de estiércol

«Si los fertilizantes minerales se vuelven más caros y escasos, ganan atractivo las fuentes orgánicas de nitrógeno”, explica el secretario general de la DBV, Bernhard Krüsken, citado por la agencia DPA. Y eso ha provocado también un aumento de su demanda.

Así lo confirma también Edelhard Brinkmann, del banco de estiércol Weser-Ems, que desarrolla su negocio en el noroeste de Alemania: transporta estiércol de una granja donde hay excedentes a otras, donde se lo necesita.

Un banco o bolsa de estiércol actúa, en consecuencia, como intermediario entre vendedores y compradores. Según explica Brinkmann, algunos agricultores están felices de poder deshacerse de los excrementos de sus animales, porque no pueden utilizarlo todo en sus campos. Existen límites establecidos para proteger sobre todo el agua potable.

Menos carne, menos estiércol

El ministro alemán de Agricultura, Cem Özdemir, dijo recientemente que la crianza de animales también tiene sentido para producir abonos orgánicos que reemplacen a los minerales. Pero, por otra parte, consideró necesario reducir la ganadería masiva por razones ambientales. Afirmó que el cambio climático ha sido provocado por el ser humano, y también la gente podría contribuir a mitigarlo, “por ejemplo, comiendo menos carne”.

Anualmente se esparcen en los campos alemanes hasta tres millones de toneladas de nitrógeno puro. La mitad corresponde a abonos sintéticos, una cantidad que no se podría suplir con productos como el estiércol o residuos de la elaboración de biogás, aunque no estuviera en retroceso la crianza de animales en Alemania, como lo está.

Por eso, Bernhard Krüsken alerta sobre una escasez de fertilizantes sintéticos y expresa su preocupación por lo que podría ocurrir el año entrante. Advierte que si faltan los esos fertilizantes “veremos una menor cosecha” y subraya: “Si hablamos sobre el invierno y la distribución del gas, también tenemos que tener en mente que los fertilizantes son responsables del abastecimiento de alimentos”.