Continúa búsqueda de más de 300 desaparecidos
Este lunes el presidente Juan Manuel Santos declaró la emergencia económica, social y ecológica en el departamento del Putumayo con el fin de afrontar la tragedia producida por la avalancha de la ciudad de Mocoa.
La emergencia económica faculta al Presidente de la República para habilitar recursos, hacer traslados y adiciones presupuestales de manera rápida, que por vía ordinaria se demorarían varios meses.
Una de las primeras medidas tomadas por el consejo de ministros fue la autorización para un primer traslado de 40.000 millones de pesos que serán destinados de inmediato a atender la emergencia humanitaria. Lo básico, como el suministro de alimentos, subsidios de arriendo y medicinas.
Dispuesto a hacer renacer del barro a Mocoa, aún sin agua corriente y con 80% de la población sin energía eléctrica, Santos prometió nuevos acueducto, hospital y viviendas, y el diseño de un plan de energía “para superar la emergencia y para quedar mejor que antes”.
Otra de las medidas tomadas por el Presidente Santos fue el nombramiento del ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, como gerente de reconstrucción.
La avalancha desatada la medianoche del viernes por el desborde de tres ríos tras fuertes lluvias, que cubrió de lodo, piedras y troncos la capital del departamento del Putumayo, deja hasta el momento 278 muertos, entre ellos 43 niños, igual número de heridos y más de 300 desaparecidos, afectando a unas 45.000 personas.
“Debo informar con gran pesar que el número de fallecidos sigue aumentando”, afirmó el presidente Juan Manuel Santos, antes de regresar por tercer día consecutivo a la zona para liderar los esfuerzos de recuperación.
Carlos Iván Márquez, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), explicó que culminada la primera fase de la búsqueda de sobrevivientes utilizarán maquinaria para ir haciendo remoción de escombros, pues, en catástrofes como éstas, luego de las 72 horas se cierra la ventana para encontrar vida más allá de algún caso muy excepcional.
Quienes lograron salvarse del torbellino, se desesperan por saber algo de los suyos.
“Ya las esperanzas de encontrarla con vida son muy pocas”, relató Ercy López, de 39 años, hablando sobre su hija de 22 años, “Falta mi hija Diana Vanesa, que dejó un niñito de tres años, Santiago (…). Tenía un tatuaje en el pie izquierdo con el nombre del niño. Todos los días se sale en busca de ella y nada, no se la ha podido encontrar”, Ercy sobrevivió luego de perder su casa con el alud y quedar ella colgada de un árbol con su hijo de 15 años trancado en un muro.
Además de los daños provocados a los inmuebles, la zona comercial de Mocoa quedó reducida a escombros, “No hay ni una gota de agua potable, necesitamos agua, es lo urgente. Y víveres, no hay nada”, denunció la rectora del Instituto Tecnológico de Putumayo.
La ciudad permanece sin luz, agua potable y gasolina, algunos habitantes en los albergues usan baterías de automóviles para recargar sus teléfonos celulares, en espera de contactar a sus familiares y amigos en otras zonas.
En la calurosa Mocoa, en el sitio de la tragedia el barro al secarse empieza a oler a putrefacto y a levantar polvo, en las calles la gente transita con tapabocas. Para evitar un brote de enfermedades el gobierno inició una campaña de prevención y vacunación. Además, los damnificados, entre los que hay decenas de menores de edad, reciben kits de ayuda alimentaria y de aseo, así como asistencia psicológica y refugio en cinco albergues.
El director del Hospital de Mocoa dijo que el personal médico estaba sobrepasado y que el banco de sangre estaba por quedarse vacío. Mientras que mucha gente sigue desaparecida y dijo: “Debajo del lodo, estoy seguro que hay muchos más”.
El Parque Cementerio Normandía ubicado a un kilómetro del casco urbano de Mocoa parece una fábrica de entierros, varios cuerpos envueltos en plásticos blancos y un montón de ataúdes apilados esperan que hombres del Ejército terminen de abrir huecos en el suelo para darles sepultura.