A la edad de 78 años, falleció durante la mañana de este jueves en su casa en Bogotá, el científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo.
Según sus familiares, el descubridor de la primera vacuna contra la malaria, venía sufriendo quebrantos de salud desde hace varios años.
La rectoría de la Universidad Nacional en un lacónico comunicado confirmó la muerte del célebre científico colombiano.
Igualmente, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, lamentó el fallecimiento del científico: “Lamentamos el fallecimiento de Manuel Elkin Patarroyo, figura destacada de la ciencia en Colombia. Su trabajo y dedicación marcaron avances importantes en la investigación científica. Nuestro respeto y condolencias para su familia”, indicó.
Patarroyo, profesor titular del departamento de patología de la facultad de Medicina y egresado de la Universidad Nacional, obtuvo su título de médico cirujano en 1971, y un año después, se vinculó a dicha institución como profesor hasta hoy.
El científico colombiano descubrió en 1987 la primera vacuna contra la malaria, que donó a la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en 1994 fue distinguido con el Premio Príncipe Asturias de Investigación Científica y Técnica. A esto se suma que recibió otros reconocimientos, como el premio Léon Bernard de la OMS, el premio nacional de ciencias Alejandro Ángel Escobar, y el doctorado Honoris causa de la Universidad Nacional de Colombia.
Biografía y logros del doctor Manuel Elkin Patarroyo
Nacido el 3 de noviembre de 1946 en la población de Ataco (Tolima), Manuel Elkin Patarroyo Murillo, llegó a Bogotá en 1962 a estudiar medicina en la Universidad Nacional de Colombia.
Desde 1967, aun sin obtener su título profesional, comenzó a trabajar en inmunología y virología, especialidades que lo llevaron a convertirse en becario de la Fundación y Universidad Rockefeller y de la Universidad de Yale, más tarde del Karolinska Institute y obtener, a lo largo de treinta años, 21 títulos Honoris causa, más de cincuenta premios y publicar más de un centenar de artículos, algunos de ellos en prestigiosas revistas científicas como Nature.
Una vez terminada su carrera, en 1971, se vinculó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, donde fundó, en enero de 1972, el Instituto de Inmunología, el cual funciona desde 1983 en predios del Hospital de San Juan de Dios en Bogotá y en una sede alterna en Leticia (Amazonas).
En estos laboratorios, acondicionados y dotados con los más sofisticados elementos, adquiridos con mucho esfuerzo y venciendo incansables críticas, y sobre todo derrotando las grandes dificultades que significan hacer ciencia de punta en un país subdesarrollado, con una rudimentaria tradición científica, llena de incongruencias y sobresaltos, se han formado incontables médicos, bacteriólogos, microbiólogos, que hoy son multiplicadores del saber en distintos países del orbe, como los centros de investigación de Mozambique y Tanzania, entre otros.
Varios fueron los temas y enfermedades que Patarroyo investigó en el Instituto con la ayuda de un grupo interdisciplinario: lupus, marcadores genéticos, leucemia, susceptibilidad genética de la fiebre reumática, tuberculosis, lepra, mielona múltiple y artritis. Pero es con la malaria o paludismo donde ha cumplido un avance reconocido a nivel mundial y por la que ha despertado enconadas polémicas a favor y en contra.
Las investigaciones sobre malaria se remontan a 1983 y tuvieron su primer gran resultado en 1984, cuando logró establecer los principios generales para la creación de una vacuna preventiva sintética (SPF 66), químicamente hecha, la cual comenzó a ser experimentada en 1986, en una colonia de micos del Amazonas y posteriormente en grupos humanos. A medida que mostró resultados positivos, se organizaron campañas de vacunación voluntaria en Africa y otros países latinoamericanos.
En mayo de 1993, la vacuna fue donada por Patarroyo, a nombre de Colombia, a la Organización Mundial de la Salud, con la condición de que su producción y comercialización fueran hechas en nuestro país. Durante cerca de dos años la OMS, presionada por los grandes laboratorios farmaceúticos, quiso evadir el compromiso adquirido con Patarroyo, argumentando la efectividad y resultados, pero el 24 de febrero de 1995 el acuerdo fue ratificado entre las partes. La respuesta inmunológica que proporciona la SPF está entre un 40 y un 60% en adultos, y hasta un 77% en niños mayores de un año.