Por Henry Andrew Barbosa Salamanca
Las tesis doctorales en derecho, en muchos contextos, parecen detenidas en el tiempo. Mientras otras disciplinas avanzan en enfoques críticos, metodologías innovadoras y compromisos epistémicos situados, el derecho sigue atrapado en una lógica de reproducción dogmática que confunde jurisprudencia con pensamiento.
La repetición mecánica de sentencias y doctrinas ya cristalizadas —como si fueran verdades reveladas— ha reemplazado la pregunta por el derecho como campo de poder, como forma de violencia o como instrumento de gobierno.
Se investiga desde el escritorio y para el archivo, sin tensión con el mundo que arde fuera del campus. Si algo distingue a muchas de estas tesis es su capacidad para no incomodar a nadie: ni al juez, ni al profesor, ni al sistema que legitiman.
El derecho, que debería ser interpelado desde sus márgenes, se convierte así en un ejercicio de confirmación, no de pensamiento.