Entendió la infraestructura como política de Estado, de largo aliento, que trasciende gobiernos.
Por Juan Martín Caicedo Ferrer
El pasado 15 de junio, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, se despertó con el eco de una inquietante noticia: desde muy temprano, los medios de comunicación empezaron a divulgar la decisión que, entonces, acababa de tomar un juez municipal en el sentido de suspender, vía medida cautelar, el POT de la capital –que, valga recordar, hemos criticado por poner en vilo la construcción del tramo norte de la ALO–. Mientras capoteaba el vendaval desatado por el anuncio, esa misma mañana poco más de 500 empresarios nacionales y extranjeros del sector infraestructura esperaban a la mandataria local –en el salón principal del Grand Hyatt– para oír de su propia voz los detalles del ambicioso ‘Plan decenal de infraestructura Bogotá-Región’.
No se trataba de un asunto menor. Era la primera vez que López revelaba, ante los principales actores del sector, los alcances de dicho plan que, con una inversión de nada menos que $ 27,4 billones, pretende licitar y ejecutar, durante la próxima década, un listado de proyectos tan estratégicos como indispensables para el desarrollo y la integración de la denominada ciudad-región.
A voz en cuello, López repasó una y otra vez, ante un auditorio embelesado, el inventario de iniciativas contempladas allí, en el Plan decenal. Habló, por ejemplo, de los 97 km que componen las cinco líneas del metro, de los trenes de cercanías de Occidente y del Norte, así como de los siete cables aéreos y los 22 corredores verdes que se extenderán por la ciudad. En fin… al cabo de una exposición de casi tres horas, los empresarios de la infraestructura, al comienzo algo escépticos, salieron del recinto gratamente sorprendidos.
Al margen de este episodio, con cariz anecdótico, lo cierto es que Claudia López, una política que se arropa con los idearios de la izquierda moderada, logró cautivar a los constructores del país. Pero ¿cómo lo hizo? La respuesta apunta, en buena medida, al hecho de que supo entender que la infraestructura, más allá de sumar toneladas de concreto, es en esencia eje fundamental de una política social.
Ha sido consciente, además, de que las obras tienen que concebirse en función de las necesidades no solo inmediatas, sino de las que demanda el futuro de la ciudad. En otras palabras, entendió la infraestructura como política de Estado, de largo aliento, que debe trascender gobiernos de turno.
Así lo demostró, el pasado 4 de agosto cuando, de manera conjunta con el gobierno del expresidente Duque, firmó un convenio histórico, orientado a garantizar la cofinanciación (Gobierno Nacional-Distrito, por un monto de $ 24 billones) de la segunda línea del metro y de la troncal de la calle 13, esta última vía tan caótica y, a la vez, tan estratégica para ingresar a la ciudad. Habría que sumar, además, el acto previo en el que, igualmente, los gobiernos Nacional y capitalino le dieron luz verde a la ejecución de la ALO Sur y de los accesos Norte, dos proyectos que hacen parte de las concesiones del Bicentenario.
En materia de ejecución de obras, los resultados de la alcaldesa saltan a la vista. Para comprobarlo solo es necesario hacer un recorrido por la avenida 68 para advertir los avances que ya muestra la troncal de TransMilenio que se desplegará por esa arteria, cuyo trazado franqueará 10 localidades de Bogotá. Una vez entre a operar, se convertirá en el corredor de TransMilenio más extenso de la ciudad. Ahora, por el lado de la primera línea del metro, la construcción del patio taller en Bosa avanza a buen ritmo.
Si bien el panorama luce halagüeño, también es cierto que persisten dificultades en la gestión de algunos contratos, hoy en cabeza del IDU, no obstante la buena gestión del gerente de esa entidad. Pero, independientemente de los asuntos por corregir, el enfoque que le ha dado Claudia López a la infraestructura capitalina ha sido razón de sobra para que el sector vea en ella a una líder que antepuso su visión de largo plazo sobre el afán, en ocasiones tan usual en la clase política, de cortar cintas.
**Presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana de la Infraestructura