La cercanía de los gobiernos locales a las preocupaciones y problemas de la ciudadanía ofrece una ventaja que a la vez representa varios retos: las políticas públicas locales tienen una mayor posibilidad de ser exitosas en la medida en que logren incorporar la participación ciudadana en sus procesos de planeación y ejecución. En ese esfuerzo, sin embargo, frecuentemente no resultan priorizados los problemas más graves, sino los más visibles o aquellos que provocan mayores reacciones emocionales. Además, las prioridades con frecuencia se modifican con mayor velocidad que la evidencia y un tema que resultaba de la mayor importancia se relega rápidamente frente a la urgencia que representa uno nuevo.
En Bogotá la prioridad asignada por la opinión pública a la calidad del aire ha fluctuado a lo largo de los años, e incluso varía dentro del ciclo de un año: entre diciembre y marzo, cuando el clima usualmente provoca episodios de mayor concentración en el material particulado, el tema adquiere mayor importancia y la ciudadanía exige mayor contundencia a través de intervenciones como las restricciones al tráfico o la industria. En otros meses del año, cuando se respira mejor, las restricciones de ese tipo suelen describirse como extremas, demasiado restrictivas a la libertad económica o inequitativas al castigar con frecuencia a actores económicos que no han tenido los recursos u oportunidades de emprender las transiciones tecnológicas necesarias para que se reduzcan las emisiones que contaminan la atmósfera.
Así, fijar y mantener prioridades en las prioridades es uno de los retos más pronunciados para los gobiernos locales. Para la Administración de la alcaldesa Claudia López, la calidad del aire ha sido una prioridad constante. Desde el principio de este Gobierno hemos reiterado que aunque la ciudad tiene enormes retos ambientales en varias dimensiones, la calidad del aire es la única que cobra víctimas mortales de manera cotidiana.
El aire en Bogotá ha mejorado de manera constante durante las últimas décadas, producto de excelentes esfuerzos de administraciones distritales, la empresa privada y la evolución de las políticas nacionales. Entre los componentes claves y más exitosos han estado la mejora significativa en los combustibles y en el transporte público de la ciudad. Otros menos atendidos, en los que aún hay enormes oportunidades de mejora, incluyen la transformación tecnológica del sector de carga y las estrategias para mejorar las coberturas verdes y la pavimentación de las vías, particularmente en el suroccidente de la ciudad.
Con base en la experiencia de ciudades que han logrado mejorar el aire que respiran, sabemos que las medidas necesarias son estructurales y se refieren a transformaciones de fondo. Imponer una restricción a la movilidad o un horario de funcionamiento para la industria puede mejorar la concentración del material particulado durante unos días, pero no es una solución permanente. Esas soluciones no las implementa solo la autoridad ambiental ni la sanitaria ni aun el gobierno de turno de la ciudad, sino que se logran con el compromiso activo de todos los habitantes.
Después de un año de construcción colectiva, de la mano de agrupaciones ciudadanas, expertos, actores políticos y económicos, la ciudad lanza su Plan Estratégico para la Gestión Integral de la Calidad del Aire de Bogotá 2030 – Plan Aire, junto con una invitación a que todos y todas las ciudadanas y organizaciones adquiramos compromisos individuales para mejorar el aire.
El Plan AIRE es una herramienta que le proporciona a la ciudad, por un lado, la evidencia de que la calidad del aire debe ser una prioridad permanente, y, por otro, la guía de acciones estructurales necesarias para que todos respiremos mejor. Propone estrategias integrales, inversiones priorizadas y medidas específicas para lograr las ambiciosas metas: a 2030 reducir la concentración de material particulado PM2.5 en un 16.6 % y de PM10 en un 14, 2 %; además, reducir las toneladas de material particulado PM2.5 en un 22 % y de PM10 en un 17 %.
Con el compromiso de todos alcanzaremos las metas que nos fijamos como Distrito: disminuir el material particulado de la ciudad en un 10 % ponderado y, bajo criterios de justicia ambiental, lograr que en el suroccidente esa diminución sea del 18 %.
#UnidosPorUnNuevoAire, Pactemos por Bogotá, es una invitación a que cada uno y cada una de nosotras reconozca esta problemática e identifique cuáles son las acciones que puede emprender desde su esfera de influencia y, así, tener una responsabilidad clara en las mejoras necesarias para que todos respiremos mejor. La invitación es abierta y el reto es colectivo. Estamos todos juntos en esto.
**Secretaria de Ambiente de Bogotá