Tal como se titula su última película “Todo comenzó por el fin”, así inició la clase magistral el destacado cineasta colombiano Luis Ospina. Durante casi tres horas el público asistente en la sala Glauber Rocha de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, disfrutó de una amena charla que transcurrió entre cine, historia y fragmentos de muchas de sus películas.
“Todo comenzó por el fin” su último largometraje documental, ganador entre otros de los premios al Mejor Director y del Público en el Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI), dejó en el realizador natural de Cali una grata sensación, pues cita obras importantes para la cinematografía mundial y otras muy significativas para él. Quizás porque durante los últimos años la recuperación y preservación del patrimonio cinematográfico, se volvió una de sus principales preocupaciones.
Parte de la historia del cine latinoamericano y del devenir social y cultural de Colombia y Cali, fueron expuestos –tal vez sin esa intención específicamente- pues de eso trata la obra de Ospina. Un artista que cree en lo que denomina “técnica del azar” y según confesó rueda sus documentales sin guión, pues este surge solo en la sala de montaje. Así, con voz entrecortada y sonrisa nerviosa, los presentes descubrieron secretos de un hombre de cine.
El también miembro y Codirector del Cine Club de Cali, explicó que en sus tiempos de auge “… las películas se hacían con la plata que había”, y cómo él y Carlos Mayolo se influenciaron mutuamente con los malos ejemplos, que tal como asegura, son los que más educan. Ospina explicó de manera diáfana y sincera que entre las grandes personalidades que conoció se encuentran Andrés Caicedo (el genio) y el propio Mayolo (el ingenioso), dos grandes figuras ligadas a su persona y a su obra.
Momento trascendental se considera el dedicado al cine documental y su evolución dentro de este género. Ese al que considera una “interpretación creativa de la realidad” que bien sabe “no siempre es objetivo” pero que cuestiona la realidad con entereza. Para Ospina el documental exige ética, pues “agarrando realidad” el filmado lo entrega todo, pero el director y editor le son fieles o infieles. Este cuestionamiento da fe de su sensibilidad creativa.
“El cine debe ser una mirada al alma”, dijo poco antes de culminar la clase, y demostró que su obra está hecha de esa manera. Realidad, escenas provocadas, crítica implacable a la pornomiseria y compromiso con su tierra, sus amigos y su público. Para Luis Ospina, ese que ama el montaje por la soledad de la sala de edición, el precursor del gótico tropical con “Pura sangre”, terminó su clase magistral en medio de los aplausos como agradecimiento por su obra.
Noviembre 10 de 2017