Un modelo pedagógico alternativo gana poco a poco terreno en las comunidades indígenas de Colombia. El modelo procura transmitir, junto a la educación formal tradicional, saberes ancestrales de los pueblos indígenas.
Con este modelo pedagógico alternativo las comunidades indígenas aprenden los cantos de cuidado de la tierra y los animales, las fases de la luna para la siembra, la preparación de las comidas típicas, la elaboración de collares de protección, y de canastos y esteras.
También las prácticas agropecuarias, los secretos de la medicina propia y las plantas sagradas. Y las danzas, las músicas, los rituales y, claro, la lengua.
“La educación propia nace de la lucha de los pueblos indígenas de Colombia por el derecho a una educación en donde se respeten los usos y costumbres de los pueblos, de carácter integrador y no impositivo, que permita romper el patrón de exclusión y discriminación”, explica Adriana Walker, lingüista integrante del pueblo indígena embera chamí.
Una educación intercultural
“Es una apuesta pedagógica que armoniza los saberes ancestrales propios, con los saberes impulsados por la educación hegemónica nacional”, sostiene Walker, residente en la ciudad alemana de Friburgo. “Entendemos que existen diferentes formas de pensamiento que pueden coexistir sin imponerse unas a otras”, destaca.
Efectivamente, no se trata de una opción excluyente, sino complementaria de la educación tradicional, en la que también puedan tener espacio, valoración y estudio los saberes y los conocimientos indígenas, habitualmente soslayados o menospreciados.
Así, hay lugar para mitos, leyendas y creencias, y también para las matemáticas, la lengua española, y hasta el idioma inglés.
Se trata de “armonizar” los diferentes conocimientos, “para que los niños y niñas puedan comprender otros entornos y desarrollar capacidades para la vida”, sostiene el “Mayor” Carlos Eduardo Gómez Restrepo, consejero de organización, gobierno propio y asuntos políticos del Consejo Regional Indígena de Caldas, CRIDEC.
“Nuestra aspiración es generar una educación intercultural”, indica el Mayor -así llamado por su comunidad en señal de respeto y reconocimiento-.
Saberes milenarios
“Es una forma de vivir y de existir, desde hace milenios que, a partir del reclamo de los derechos colectivos que hicimos, pues se está llevando de la comunidad a los espacios de formación de educación estatal”, cuenta Gómez Restrepo, sobre el proceso de inclusión de este enfoque en las escuelas tradicionales.
En la base del proceso se encuentra “una lectura crítica de la educación que nos ofrecía el Estado, que no estaba satisfaciendo las necesidades que tenía la comunidad, y con la que nos íbamos alejando de nuestras raíces ancestrales”, contextualiza el líder indígena.
El modelo ha logrado “el reconocimiento del Ministerio de Educación Nacional”, puntualiza Gómez Restrepo con satisfacción. Y, de hecho, se abre camino, con sus particularidades propias, en los territorios de los más de 100 pueblos indígenas de Colombia.
“Para nosotros significa sencillamente la pervivencia”, resume el líder, optimista y convencido.
“En el concepto de educación indígena propia todos aprenden, pero también todos enseñan. Las clases no son en recintos cerrados sino al aire libre, en contacto con la naturaleza, y se transmiten saberes ancestrales y otros conocimientos de manera entrelazada”, destacó, por su parte, la colombiana residente en Bonn Constanza Paetau, iniciadora de Colpaz.
Fuente: Deutsche Welle