La Personería de Bogotá encontró que las obras civiles del Distrito, la tala de árboles, los vertimientos de aguas negras y de basuras, así como la falta de control por parte de las autoridades, tiene en grave peligro el ecosistema del humedal Juan Amarillo en Bogotá.
Según el ente de Control Distrital, los contratos de la Empresa de Acueducto de Bogotá (EAB) por cerca de $50 mil millones y del Instituto de Recreación y Deporte (IDRD) de $30 mil millones para la construcción de la infraestructura en la zona de manejo y de preservación ambiental y áreas aledañas, no contemplan recuperar el humedal, dar cumplimiento al plan de manejo ambiental, ni enfrentar sus graves problemas de contaminación.
Además, las obras no atienden el cumplimiento del Plan de Acción de la Política Distrital de Humedales, máxime cuando en 2018 el Distrito presentó la solicitud de declarar RAMSAR este ecosistema.
Sólo se contrató la construcción de 2 umbrales, 2 puentes, 3 miradores, una pasarela elevada, una calzada dura de 3 metros de ancho para peatones y ciclistas, canchas sintéticas, aula ambiental, baños, zonas de juegos, zonas administrativas, zonas comerciales concesionables, casetas de vigilancia, pérgolas, zonas de dunas, paisajismo, zonas duras, redes hidrosanitarias, redes eléctricas y postes de iluminación.
Eso no es todo. La Secretaría, encargada de organizar y adelantar las mesas territoriales de los diferentes humedales, no conoce si la EAB está garantizando la participación ciudadana en proyectos a realizar dentro de los ecosistemas protegidos en el Distrito.
Tala y vertimientos
En la última visita de la Personería al humedal (abril de 2019), se evidenció tala de árboles (acacias), más vertimientos de aguas negras en volúmenes que comprometen la salubridad del ecosistema acuático, perros ferales (salvajes) que atentan contra la fauna del humedal y ocupaciones ilegales en la zona de manejo y preservación ambiental y en la ronda del parque.
Además, se encontró una inadecuada disposición de biosólidos en la franja terrestre del humedal, resultantes del mantenimiento de franja acuática, presencia de basuras y material de construcción y demolición.
Se evidenció una ocupación ilegal de la franja terrestre del humedal, de cambuches con residentes permanentes que colonizan el suelo, impactando con residuos sólidos y líquidos el ecosistema, ahuyentando y poniendo en riesgo la fauna silvestre.
Las obras implican riesgo al ecosistema, pues la obra cortara la franja terrestre, impidiendo la infiltración y escorrentía de aguas lluvias, situación que altera la morfología del terreno y generará retención de aguas o encharcamientos que impactaran sobre suelo, flora y fauna y obligara a más obras civiles de drenaje para garantizar desagües hacia la franja acuática.
Adicionalmente, sobre el borde norte del humedal hay un jarillón (carreteable) de unos 2 metros de alto con respecto a la lámina de agua, para control de inundaciones, el cual es utilizado para el paso de la maquinaria y equipos para la obra, este altera el funcionamiento hidrológico del humedal.
Pese a toda la inversión en infraestructura civil, las obras no recuperan el humedal sino lo dejan en mayor riesgo, habrá más talas de árboles para las diversas construcciones.
La calzada de 3 metros (ciclovía y peatonal), implica la apertura de una zanja de unos 80 centímetros de profundidad, en una distancia de 6 kilómetros que se llenará con materia de cantera y concreto. La norma permite realizar senderos de máximo un metro sin materiales duros, que no genere fragmentación de la cobertura vegetal nativa ni del hábitat de la fauna.
Mayo 15 de 2019