Visión y proyección del manejo público en Colombia.
Muchos factores han venido afectando de forma seria la estructura de nuestro país. La descomposición social se ha consolidado en Colombia, con indicadores económicos y sociales muy alarmantes e inaceptables en un país que desea dejar el subdesarrollo. Tenemos que aceptar que el país nos quedó grande.
Las estadísticas de pobreza y de pobreza extrema han aumentado casi 5 puntos y de acuerdo con las proyecciones pasara del 32% en el 2.021. Mas de 2,3 millones de colombianos entrarían al rango de pobreza este año, con estadísticas muy lamentables que señalan que más de 2,5 millones de compatriotas solo come una vez al día.
En materia de empleo el panorama también es muy desalentador con una tasa de desempleo del 15,9% en el país y con una cifra en Bogotá que no ha bajado del 20,3%, lo que indica claramente el impacto negativo en la producción y en la economía que ha generado la implementación de políticas equivocadas en el manejo de la pandemia.
Los indicadores macroeconómicos también son muy preocupantes, la producción industrial ha decaído más de un 8%, la balanza de pagos para el 2.020 registro un déficit de US$1.693 millones y las exportaciones cayeron un 27,2% en el 2.020 con un déficit en la balanza comercial de US$10.128,9 millones, reiterando nuestra vocación de exportador de materias primas e importador de bienes y servicios. EL PIB en el 2.020 cayó 6,8% con muestras de una grave desaceleración y sin muestras claras de recuperación para el 2.021. La informalidad alcanzo niveles muy preocupantes del 60% con una masa de desprotección en esta coyuntura muy alarmante porque son invisibles para el estado. Adicionalmente a estos indicadores, el gobierno ha optado por un endeudamiento externo muy preocupante y desmedido con la banca multilateral para financiar la crisis, aprestándose también a proponer una reforma tributaria que claramente afecta a la clase media disminuida y muy afectada, buscando ingresos para tapar huecos, sin medir las graves consecuencias sociales de su propuesta.
Sumado a este panorama económico lúgubre, el país continuo con una polarización política ideológica sin precedentes.
Como si esto fuera poco, el narcotráfico empoderado y creciente que todos los días hace noticia en departamentos donde no hay ley ni orden, está proporcionando unos indicadores de inseguridad y de delincuencia alarmantes, que vienen generando nuevamente desplazamientos, terror y masacres, que están contribuyendo a la inviabilidad nuevamente del país.
Este panorama oscuro del país supone retos de grandes dimensiones que tienen que generar soluciones reales y efectivas en el corto, mediano y largo plazo, para que no tengamos que presenciar la ruina del país.
Necesitamos las mejores ideas y las mejores propuestas para iniciar una era de cambio conceptual social y económico radical, que le devuelva la esperanza nuevamente a nuestro terruño. Esas ideas y propuestas no serán las de la derecha, o de la izquierda, tampoco del centro o de la centro izquierda o de la centro derecha. Deben ser las mejores y las más inteligentes propuestas de cualquiera de esos sectores o de la ciudadanía, que tendremos que apoyar todos sin mezquindad alguna. Necesariamente todos tendremos que aportar nuestro granito de arena para solucionar esta crisis.
El Congreso de la República debe empezar a ser el escenario de la competencia por las mejores propuestas, que se deben medir en pro del beneficio del bien común. Necesitamos a los más preparados y con más experiencia en los escaños para generar las leyes que nos garanticen salir del subdesarrollo con el beneficio exclusivo de la ciudadanía y del bien común.
El Ejecutivo debe empezar a desmontar la burocracia clientelista y dar muestras claras y contundentes del desmonte del estado ineficiente en procura de la reducción radical del gasto público que ha crecido más de un 525% en los últimos 20 años. No podemos seguir financiando la corrupción a punta de reformas tributarias.
Colombia no resiste un periodo más de gobierno, cuyos indicadores de desarrollo social sean prácticamente los mismos de siempre sin evolución alguna.
El único gran medidor del estado y de sus funcionarios debe ser la de dar resultados, con medidores claros en términos de eficiencia y eficacia. Cualquier programa o proyecto que se implemente debe tener como fin estándares de medición cuantificables, que generen mejor calidad de vida para los colombianos. El estado y su gobierno no pueden seguir siendo la caja menor de la politiquería y la caja mayor de los intereses de los partidos para beneficio de sus financiadores.
Para mitigar la pobreza el actual gobierno y varias iniciativas partidistas, proponen dar subsidios los cuales no pueden ser bajo ninguna circunstancia simplemente giros para gastar en necesidades primarias. El concepto de estas ayudas debe girar conceptualmente hacia el capital semilla enfocado a garantizar la sostenibilidad de proyectos productivos para el bienestar familiar. La cultura de estas ayudas debe ser para fomentar y premiar la productividad, el emprendimiento, el esfuerzo y la capacidad empresarial enfocada también a la formalización. Colombia debe transformarse en un país de microempresarios y también de propietarios. La consolidación de la clase media debe ser un propósito nacional para que se garantice la estabilidad social y económica del país.
En esta crisis tan profunda que vive el país es importante entender que, por encima de los intereses globalistas y las ordenanzas multilateralistas, primero deben estar los intereses de Colombia y de los colombianos. Nuestra producción nacional debe primar por encima de todo, para solidificar nuestra economía. Ese también debe ser un propósito nacional.
Cualquier pacto que se genere para salvar a Colombia debe tener una condición sin ecua non, y es que debe ser una iniciativa ciudadana, construida por ciudadanos y suprapartidista para evitar el protagonismo, las cuotas de poder y el futuro clientelismo. Su misión y visión deben ser transparentes y sus postulados solo deben propender el bien común. Habrá que volver a los conceptos de la política de Platón y Aristóteles.
O la concepción de la política cambia o seguiremos quedando en manos de la politiquería partidista que tanto daño le ha hecho al estado históricamente.
El reto es enorme, pero lo tenemos que lograr pensando únicamente en los intereses superiores del país y por encima de los partidos, de lo contrario seremos los artífices de nuestra propia destrucción. Manos a la obra ciudadanos, porque esto no nos puede quedar grande.