La exposición, que estará abierta la público del 2 de diciembre al 25 de febrero de 2018 en el Museo Nacional de Colombia, es un ejercicio de representación de los procesos de memoria histórica de ocho pueblos indígenas de Colombia: bora, ocaina, muinane y uitoto M+N+K+A de La Chorrera, en el Amazonas (AZICATCH); wiwa, de la Sierra Nevada de Santa Marta (Golkushe Tayrona); awá de Nariño, Putumayo y Ecuador (Gran Familia Awá Binacional); nasa del norte del Cauca, Chab Wala Kiwe (ACIN); y barí del Catatumbo (ÑATUBAIYIBARI).
La exposición propone un recorrido a través de seis momentos donde los relatos e interpretaciones del pasado de los pueblos indígenas develan su papel como agentes sociales de una memoria que les ha permitido pervivir en medio del conflicto.
En el primer momento, Disposición a la escucha, el público encontrará un espacio que lo invita a escuchar y recorrer desde otro lugar las diferentes dimensiones de una memoria que, más allá de un relato de afectaciones y violencias generadas por el conflicto en sus territorios, nos propone vislumbrar escenarios de resistencia y alternativas para sanar los estragos de la guerra.
El siguiente momento, Caminar el territorio, propone un recorrido para descubrir las huellas e impactos producidos por el conflicto en un territorio que para los pueblos indígenas se constituye en lugar de inscripción de su memoria. Para estas comunidades entrar al territorio es una forma de reactivar la memoria y actualizar relatos y saberes sobre los lugares de origen, sobre las relaciones entre seres vivos que auguran buenas cosechas y tiempos de lluvia y permiten curar las enfermedades que trae la guerra.
La siguiente sección, denominada Iluminar la memoria desde lo propio, invita a conocer las acciones de los pueblos de La Chorrera y del pueblo awá del sur del país para renombrar, develar e iluminar de otra manera la memoria del dolor y convertirla en memoria de resistencia, posibilidad de sanación y pervivencia.
El recorrido continúa con Trazos de un territorio sagrado, un momento que visibiliza la dimensión cultural del daño causado por la guerra y el modelo económico del país a los sitios sagrados del pueblo wiwa que, interconectados entre sí, se despliegan en una geografía sagrada que se extiende mucho más allá de la Sierra Nevada de Santa Marta. Así, el mensaje que nos quieren transmitir los pueblos indígenas es que esa guerra, que a veces percibimos en lugares distantes a nosotros, puede tener consecuencias en el equilibrio de un territorio habitado por la humanidad entera.
¡Viva la guardia! ¡Viva la minga! propone un recorrido por la figura de la Guardia Indígena del norte del Cauca como agente social de una propuesta de paz, defensa de la vida y cuidado del territorio.
Amanecer la palabra es la última sección. Se trata de un espacio circular, en el que los visitantes pueden sentarse a escuchar y dialogar acerca de los contenidos de la muestra. Este lugar será también el espacio de encuentro para diversas actividades educativas y culturales que se realizarán en el marco de la exposición.
A lo largo de toda la exposición se presentarán fotografías, dibujos, documentales y testimonios, en su gran mayoría producidos por los pueblos indígenas, así como una serie de preguntas formuladas al espectador en las que cada uno de los pueblos interpela y abre el diálogo con los visitantes.
La exposición es el resultado de cuatro años de trabajo conjunto llevado a cabo entre el Centro Nacional de Memoria Histórica y los pueblos indígenas participantes de la muestra, proceso que se extendió a la elaboración del guion curatorial.
Endulzar la palabra, memorias indígenas para pervivir cuenta con el apoyo del Gobierno de Canadá y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM); la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Colombia.