Los habitantes del Golfo de Tribugá: Criaturas en el paraíso

En busca de la leyenda

Francisco Acosta y Felipe Mesa decidieron seguir su pasión por la naturaleza hasta el norte de la costa pacífica colombiana. En el municipio de Nuquí, departamento del Chocó, estos documentalistas decidieron visitar los montes Janano y Jananito. Se dice que son montañas místicas y que quien las visita no vuelve. Esta es la historia de lo que encontraron los documentalistas.

El Golfo de Tribugá hace parte de Nuquí

Nuquí es un municipio de 3.500 habitantes, ubicado entre parques naturales, zonas de reserva ambiental y resguardos. Estas clasificaciones territoriales restringen el uso del espacio a actividades ambientalmente sostenibles o a la cosmovisión y tradiciones de las etnias que habitan la zona. La mayoría de los nuquiceños se reconocen como afrodescendientes o indígenas.

El territorio sagrado de los embera

Poito, un indígena embera dobidá, era la única persona que conocía el camino hacia las montañas místicas y que estaba dispuesto a guiar a los documentalistas. Los resguardos de los embera se encuentran tierra adentro, donde la selva comienza a escalar la cordillera de los Andes. Así pues, los cerros Janano y Jananito se encuentran dentro del territorio que consideran sagrado.

Chocó biogeográfico

Acosta y Mesa decidieron volver con un equipo de científicos para registrar y estudiar la riqueza del ecosistema y crear el documental Expedición Tribugá. Aquí abundan las orquídeas, las palmas y los manglares, y habitan insectos, colibríes, jaguares y serpientes. Esta selva hace parte del Chocó biogeográfico, un ecosistema que cubría la costa pacífica de América desde Nicaragua hasta Perú.

Ranas letales

Las selvas del Chocó son el hogar de una gran variedad de ranas, muchas de ellas endémicas de la región. Una de las especies más venenosas del mundo, la rana dardo o phyllobates terribilis, sólo se encuentra en el Pacífico colombiano. Los dardos y flechas untados con su veneno se convierten en armas mortales. Sin embargo, la toxina sólo es peligrosa cuando entra en contacto con la sangre.

Las ballenas jorobadas son colombianas

Cada año alrededor de 1.500 ballenas visitan las costas del Chocó para dar a luz a sus ballenatos. Las aguas tibias tienen bajos niveles de contaminación sonora, algo esencial dado que las ballenas se comunican por medio de sonidos o cantos. Por esta razón se verían gravemente afectadas si se construyera un puerto en el Golfo de Tribugá.

La senda del tiburón cabeza de martillo

El tiburón cabeza de martillo es una especie en peligro de extinción que ronda las aguas del Pacífico entre islas de Costa Rica, Colombia y Ecuador. Según datos de la Fundación Malpelo y MarViva, al sur de Nuquí se han encontrado especímenes muy jóvenes. Esto parece sugerir que las costas del Chocó juegan un papel de gran importancia en el ciclo de vida de esta especie.

El cardumen de la vida

Mayo es el mes en que las sardinas agallonas o cardumas llegan a las costas de Nuquí. Su llegada trae consigo el arribo de visitantes, como los tiburones ballena. Estos, al igual que las ballenas, los delfines, los calamares, las aves marinas y otros peces, se alimentan de las sardinas. Sus enormes cardúmenes proveen sustento a múltiples especies y a los pescadores de la región.

Un modelo chocoano de pesca responsable

Al sur de Nuquí se encuentra el Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) Golfo Tribugá-Cabo Corrientes. Allí los pescadores acordaron restringir la pesca de camarón a ciertas áreas y épocas específicas, para proteger la biodiversidad y los medios de quienes viven de la pesca. El acuerdo se ha convertido en piloto para la gestión sostenible de las pesquerías en América Latina y el Caribe.

Autor: Darío Berrío Gil

Fuente: Deutsche Welle