Ante las acusaciones que relacionan la concesión de agua para la planta embotelladora de Coca Cola en La Calera con los problemas de racionamiento en Bogotá, el director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), Alfred Ballesteros, se pronunció al respecto.
Ballesteros aclaró cómo se realiza la captación de agua en la región y afirmó que los siete manantiales que utiliza la planta de Coca Cola no están conectados con el embalse de San Rafael.
Según Ballesteros, las reservas de agua de La Calera desembocan en la quebrada San Lorenzo, que luego fluye hacia el río Teusacá, pero solo después de que este ya ha pasado por el embalse de San Rafael. Por tanto, no existe una conexión directa que afecte el suministro de agua a la ciudad.
La concesión de agua a la planta de Coca Cola se otorgó en 1983 y se ha renovado varias veces, siendo la última en 2014, cuando se redujo la captación permitida a 3,23 litros por segundo. En comparación, el consumo total en Bogotá alcanza casi 16 metros cúbicos por segundo, lo que significa que la extracción en La Calera representa un porcentaje mínimo del total.
Ballesteros también mencionó que las quejas de escasez de agua en La Calera están más relacionadas con el fenómeno de El Niño que con las operaciones de la embotelladora. Este fenómeno ha causado una reducción en las precipitaciones desde octubre del año pasado, afectando el suministro de agua en la región.
La multinacional Coca Cola en La Calera recibió en 1984 un permiso para captar agua en la microcuenca local, el cual se ha renovado cada diez años. Sin embargo, la situación actual son muy diferentes a las de cuatro décadas atras, cuando se otorgó la originalidad en la concesión.
La creciente escasez de agua, influenciada por la variabilidad climática y el aumento de la demanda, ha llevado a la comunidad a pedir reconsiderar la renovación del permiso.
La versión de Ballesteros contrasta con la de los expertos que consideran que la prioridad es garantizar el consumo humano de agua, especialmente en tiempos de escasez. La solicitud de renovación, que vence en diciembre, ha motivado un estudio exhaustivo de las condiciones hidrológicas de la microcuenca, en especial, sobre el derecho al acceso a agua potable debe prevalecer sobre otros usos, como los industriales y agrícolas.