De cara al proceso electoral que se avecina en Colombia y analizando los recientes fenómenos electorales en el mundo, Luis Ernesto Gómez, experto en democracia digital y el uso de tecnologías para promover la participación ciudadana, lanza su libro Googlecracia: un análisis inédito de la forma como la tecnología está revolucionando el ejercicio de la política y de las campañas, y la relación entre ciudadanos y gobernantes en el mundo – en particular entre los jóvenes y las instituciones democráticas – advirtiendo que Colombia no será inmune a estos cambios.
“Solo sobrevivirán quienes estén dispuestos a transformarse y a empoderar a la gente en el ejercicio de la política, por medio de la tecnología. Estamos en transición hacia un modelo de democracia directa donde los ciudadanos, sin pedirle permiso a nadie, tienen una participación más activa y determinante en las decisiones de sus gobernantes a través de su teléfono celular”, afirma el autor.
En esta época de las noticias falsas, advierte la necesaria actualización tecnológica de las instituciones democráticas donde el ciudadano esté el centro y sea escuchado. En el mundo entero, la tecnología permite un diálogo continuo y transparente entre electores y elegidos, nuevas formas de financiación de campañas y nuevas modalidades de votación.
Más importante aún, Luis Ernesto Gómez plantea que la tecnología podría ser el antídoto a la aparente apatía de las nuevas generaciones a la política tradicional, pero que participan con entusiasmo en la defensa y promoción de causas ciudadanas concretas, e inciden a través de las redes sociales, sin intermediarios ni políticos.
En el primer capítulo “Ahora son las causas” expone la forma en la que los ciudadanos se han dejado de suscribir a los partidos políticos y están acudiendo a otros canales para incidir: “Ya no son las casas políticas, sino las causas, las que movilizan a los ciudadanos” afirma el autor quien conversó con activistas de la defensa del medio ambiente, derechos de las minorías, protección de los animales y nuevas opciones de movilidad y consumo, y describe sus convicciones y modalidades de organización.
Indica que “No es un mito; hay una nueva generación de ciudadanos que vive conectada todo el tiempo y que piensa que la tecnología es un instrumento importante para salvar el planeta. Quién se parezca menos a un partido tradicional, represente un propósito concreto y rompa esquemas, tiene más posibilidades de ganar”.
“Todos los políticos son la misma m&%%$”, el segundo capítulo del libro, ofrece un análisis del desencanto por la política y las instituciones democráticas. La ciudadanía indignada por tantos escándalos de corrupción, desprecia cada vez más a los políticos tradicionales. Las iniciativas de tecnología ciudadana se están multiplicando en el mundo: posibilita una democracia más directa y una relación horizontal entre los ciudadanos y los políticos.
En Colombia por ejemplo, la Organización sin ánimo de lucro, SeamOS Democracia Digital, impulsó una aplicación que permite a los ciudadanos definir las decisiones y las iniciativas de sus gobernantes y legisladores en tiempo real. Esta solución ya está funcionando en el Concejo de Bogotá: “Si esta iniciativa se adopta bien en el país, habrán quedado atrás los tiempos en que los ciudadanos y sus gobernantes solo se veían las caras cada cuatro años, cuando se acercaban las elecciones” expresa el autor.
En el capítulo “Llegó la Googlecracia”, analiza en detalle los recientes y numerosos fenómenos electorales en el mundo y pronostica que pronto será el turno de Colombia.
El movimiento En Marche! que llevó a la Presidencia de Francia al joven Emmanuel Macron; la apuesta de Jeremy Corbyn en Inglaterra; los partidos piratas de Islandia o Alemania; el partido 5 Stelle de Italia y Podemos en España son algunos de estos ejemplos de movimientos altamente disruptivos para la política tradicional, donde la participación colectiva y la financiación ciudadana de las campañas, a través de internet, se han sumado a la indignación y las proposiciones ciudadanas para lograr grandes victorias electorales.
El dinero en política es sin lugar a duda una de las principales causas de corrupción. Ante esta realidad el autor señala que se debe propender por la financiación ciudadana de las campañas a través de pequeños montos girados por Internet: cuando los candidatos son de todos no se deben a nadie. Argumenta que hay mucho que aprender y mucho por hacer para que estas buenas prácticas, que posibilita la tecnología, puedan ser aplicadas en Colombia en los próximos años.
“No es opcional, o los gobiernos se ajustan a la nueva realidad que plantea la tecnología por las buenas y de manera propositiva, como lo hizo el Reino Unido, o se enfrentan al surgimiento de partidos como el Pirata en Islandia que es la respuesta a un sistema que no se quiso renovar y que nace como una estrategia de sabotaje a lo establecido” concluye, Luis Ernesto Gómez.
Las cifras lo demuestran:
En Colombia hay 23 millones de usuarios de Facebook, 3 millones en Instagram y 775 mil en Twitter. Aunque algunos se repiten en las tres redes, lo cierto es que sumados hay prácticamente el doble de colombianos activos en redes participando del debate político, antes que en las urnas.
De acuerdo con el estudio Telefónica Global Millennial Survey, donde se incluye Colombia, se encontró que el 67 % de los líderes son millennials y 38 % de ellos están totalmente de acuerdo en que la tecnología les permite estar más informados de los asuntos políticos locales. Mientras que el 60 % considera que las redes sociales juegan un papel fundamental en los acontecimientos y movimientos políticos actuales.
Noviembre 29 de 2017