Es necesario que los ciudadanos se tomen en serio la campaña de cultura ciudadana porque la vida de la gente puede estar en juego y la seguridad de los pasajeros de TransMilenio no da espera.
Los colados del transporte público son un mal que debemos erradicar por la seguridad de los usuarios y de los mismos infractores que arriesgan la vida por evitar el pago del pasaje. Lo confirman las 16 personas que han muerto y las 185 que han resultado heridas en los últimos seis años por subirse al sistema con maniobras peligrosas.
Por eso aplaudo la decisión de TransMilenio de emprender la campaña pedagógica ‘Si hay colados todos pagamos el pato’ para visibilizar los efectos negativos que se producen cuando una persona se salta en medio de los buses rojos para tratar de ingresar a una estación.
Está visto que los simples llamados no son suficientes. TransMilenio nos cuenta que en dos meses se han impuesto 3.008 comparendos, en los casos en que los policías alcanzan a detectar. Hay que recordar que no hay uniformados suficientes para vigilar todas las estaciones y portales y que los controles se hacen selectivamente en los puntos más críticos.
Es necesario que los ciudadanos se tomen en serio la campaña de cultura ciudadana porque la vida de la gente puede estar en juego y la seguridad de los pasajeros de TransMilenio no da espera.
También es urgente que junto con las acciones pedagógicas, TransMilenio avance rápidamente en la estructuración de un sistema que permita medir realmente cuántos colados hay. Ya se logró hacer una primera verificación y se logró confirmar que el 5 por ciento de los pasajeros a quienes se les revisó su tarjeta no la habían pasado por el validador digital, es decir, no habían pagado el pasaje.
Y lo más grave es lo que reveló en las últimas horas TransMilenio: el 67 por ciento de los colados sorprendidos emprenden la fuga cuando los descubren. Solo el 13,16 por ciento se devuelve y valida la tarjeta para pagar el pasaje.
Como dice la campaña pedagógica, si hay colados, todos pagamos el pato. Y las razones son obvias, el colado no queda registrado, y eso hace que al final se programen menos buses de los que se necesitan, y claro, por eso hay más congestiones.
Los colados, además, dañan las puertas porque las presionan para entrar al sistema, y generan serios problemas de convivencia porque reaccionan con violencia cuando otro pasajero o la misma policía les llama la atención.
Espero que a las personas que sirven de símbolo de los patos no vayan a ser atacadas por vándalos que pretendan ultrajarlos y en el peor de los casos agredirlos. Es una campaña que busca el mejoramiento de la convivencia y el buen comportamiento de los ciudadanos.
**Concejal de Bogotá por el Partido Alianza Verde.