Un mundo avanza con la paz hecha trisas y un Estado también sin control deshecho.
Por Mariano Sierra S.
Autofagias caníbales viven jugando con la existencia humana en ruinas, donde las tiranías politiqueras vuelven la gestión social una cadena de artificios para entorpecer los cambios frustrando la arqueología de la gobernabilidad. Poderes infernales configurando daños colaterales, buscan frenar una revolución que, en medio de llamas atómicas, están demostrando la fuerza de la transformación con realidades innegables, con acciones que descubren la corrupción que nos ha venido azotando durante tiempos de compuestos explosivos que nunca fueron resueltos.
Prototipos de oposición le juegan al país para enredarlo en vivencias parlamentarias sin sentido y en ese devenir voraz, se conducen por vorágines de destrucción enmarcando una postura llena de fronteras, donde lo único que perfeccionan son actos de derrotas. Quienes juegan con el tiempo para llenar de razones, lo único que se acomete es perder espacios, reviviendo fuegos y diálogos consigo mismos, atrincherados en caprichos que no fluyen, quedándose anclados cual estatuas de aquellos proceres importados y deslucidos,
Un mundo de arlequines que viene de las ruinas del pasado haciendo cada día trisas la nación, cruza bajo umbrales cuyas pulsiones llenas de angustias su espíritu, huyendo de las paradojas del destino, maltratando una nación con utopías llenas de odios creando una cultura de tiranías, de la búsqueda de una paz incierta, mera ilusión para engañar al planeta con prolíficas reuniones, estrategias y consensos vánales y discursos eufóricos donde la verdad no tiene asiento, donde no figura el peso de la ética, sin la claridad política de una parresia. Solo adulaciones, seducciones y demagogia pululan por los estrados fríos donde es líquida la verdad y el decir las cosas por su nombre. Este devenir de lucha va directo a volverse un proceso liquido sino se ataca la genocida acción de todas las gobernanzas reinantes del país.
La biopolítica es un fundamento de la acción política y la naturaleza humana, es decir la vida como un objeto del poder que engloba la relación entre naturaleza, sociedad y la vida política. Biopolítica permite llevar a cabo el dialogo que interrelaciona al mundo, con la historia para llevar a cabo el proceso de gestión y transformación de la vida humana con el ejercicio de la gobernabilidad. Venimos enfrentándonos a un mundo de guerras donde la paz es esquiva, pretendiendo implantar a toda costa su supremacía. Les corresponde a los pueblos alzar voces y levantar banderas que constituyan la legalidad del cambio, mediante procesos que desmonten la maquinaria que viene blindando el progreso y la gestión social.
El mundo de las ideas de paz no es el que parece, porque viene penetrando como trueno sin límites, sin lógica, al lado oscuro y vacío, donde la injusticia social traza espacios que son propios de unos pueblos despojados de sus derechos, cuya legitimación está siendo apoderada por las hordas de los que deben ejercer el oficio de la representación social. Esos parricidas de la patria se perfilan sembrando terror, jugando a la ruleta con una gramática y un lenguaje simbólico, vegetando sin sentido en el absurdo, sentir de una polémica llena de falsos positivos, en un país que como dice el profeta, “…es el país que tenemos que crear, porque se ha vuelto un imperativo desconocer lo que tenemos, ya que la corrupción oculta la verdad del país…” “…Cuando los hombres no defienden sus ideas, o, no valen nada, no vale ni el hombre…” Nos lo recuerda un clásico. No habrá cambios si no se disuade con rigor lo vigente.
El modo de actuar en los distintos frentes de la órbita, debe ser claro, con la verdad y las simplezas y sencillas soluciones a la problemática sin la complejidad con que solemos manejar el sentido común y el poder de lo simple como debemos administrar los buenos gobiernos, y nuestras vidas. La esencia humana ha de ir sostenida con valores, con objetivos sociales, desde un pensar libre, crítico y denunciante de lo que altera la paz. Gandhi con su resistencia pacífica nos legó el proceder de una lucha por el bien de los pueblos, lucha que han emulado otros grandes guerreros de los cambios.
Hay verdades simples llenas de razón, pero también las hay amargas que cabalgan en el pensamiento de expresiones fantasmagóricas, absurdas y complejas, puntos de inflexión que no se compagina con el sentir humano, solo tienen el peso de modelos totalizantes del engaño que buscan romper esperanzas, al tenor de sistemas de vida llenos de confusas gélidas de conflictos. La verdad simple del sentido común justo, nos lleva por caminos del que hacer, bajo un lenguaje humilde lleno de amor social.
La vida sencilla y el poder de lo simple elimina los absurdos para dar vida a metas que hacen competencia a la realidad caótica, con criterios de razonabilidad. La verdad y lo simple de poderes conducen al haber de ser y saber hacer las cosas. Un pueblo seducido por una paz en trisas sin justicia social, sin desarrollo, sin derechos humanitarios y sociales, nunca va a una praxis productiva, de trabajo comunitario. Los lideres que vagan en el absurdo solo confunden, no dejan gobernar, pues enmarañan sus sentires llevando a los demás a vivir como marginados, al ritmo del azote y la violencia de gestores de paz que se acogen a la corrupción para efectivizar sus fines con la alianza de una impunidad sin límites.
Hay de los dogmáticos que ni piensan ni generan ideas, son los idiotas útiles de un sistema que estropean la condición humana con incoherencias, pacatas prosaicas, trogloditas que hollan para maltratar crepitando falsedades, destrozando patria. Peligrosos en un país son los ignorantes, tercos que no leen, atrofiados cerebrales que solo saben despachar sandeces, lanzar gritos o aullar como lobos. Solo el conocimiento enseña, una ratio sólida, un profundo sentir evangelizador que caracteriza el sembrar sobre rocas. Con un corazón de carne, sensible y prodigo en darse al servicio.
Al respecto, Bolívar señalo que “…Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de la propia destrucción…” La ignorancia nos lleva a cargar lastres de todas las envergaduras sociales y políticas, valores invertidos deformadores de la identidad, profiriendo daños colaterales que se anteponen al para donde vamos, al que hacer y el cómo, que alejan del objetivismo, de reconectarnos con la realidad, con el espacio y el tiempo, haciendo alarde a una actitud impulsiva, rompiendo los hilos conductores de la sensatez. Los cambios nos llevan a revisar el pasado, de aquello que nunca fue del devenir, de la gobernabilidad pasada que crearon los ocasos del futuro. Volver al pasado, retornar, repensar la historia es hacer del conocimiento la fuerza de la liberación.
El pasado con sus cruces de caminos para hallar la Genesis de aquellos conflictos y desigualdades que no fueron política de gestión, nos lleva a reunir espacios para comprender muchos porques, para reconocer el mundo dejado sin resolver. Odiseas múltiples entretejen la historia, creando debates para un quehacer, debates que desentrañan los hechos, para inducirnos en el viaje simple y sencillo del proceder al cambio, enderezar la historia, recomponerla, hilarla nuevamente desde la epistemología social, cultural y política.
Némesis en el proceso de cambio hacen presencia agresiva inspirando debates de tiempo y espacios obligando quijotescas batallas de la realidad pasada y presente. Toda crítica inspira pesos y contrapesos para poder llevar a cabo las transformaciones, enfrentando gestas de todo calibre, donde paradojas se vuelven entropías, imposibles de manejar, por la arremetida de los opositores egoístas, fuerzas míticas que no entienden la evolución histórica, haciendo una torre de babel en sus ataques, para no llegar a ninguna razón de peso.
Visto el mundo dentro de conductas y posturas espurias humanas, cuyas doxas sobresalen por fuera de todo contexto, nos queda preguntarnos de que dimensión humana venimos, como se debe manejar la convivencia social y política, y como conducir el hilo conductor de la existencia. Destruimos así la razón de ser para decir que estamos en la era de la destrucción de unos para convivir otros en medio de una violencia sin sentido, pero sí de instrumentalizaciones para un fin.
Lo impoluto, lo profano y lo necio cobra presencia en la sociedad, porque casi nadie defiende sus opiniones, la evasiva infalible destroza la personalidad humana, su identidad de ser, ante la mayor hipocresía que se apoya en la mentira, impidiendo el uso de una parresia que quiere decir habla claro, de frente, sin cortapisas. Foucault dice con toda propiedad que la parresia se funda en la democracia, participación de todos, ejercer el justo poder para fundamentar la igualdad con las respectivas responsabilidades humanas. Tenemos pues la obligación de decirlo todo, con claridad, es decir la verdad con coraje, con el rebelde sentir de revolucionar el mundo para bien del mundo, no con discursos emotivos de los cuales estamos cansados.
Pobreza y desigualdad, registran en nuestros pueblos el mayor problema social. De allí que para atender este clímax urgen recursos económicos, los cuales deben provenir de una estructurada reforma tributaria, donde se incluyan personas y establecimientos de negocios que sabemos no vienen pagando impuestos, pero si generando ingresos. Por lo tanto, no es forzoso denunciar que, a la entidad de impuestos entre otras, le falta más acción de cobro y de control, cuya politización las vuelve un ente enfermo letal.
Valga el momento para señalar que la poca o nada generosa gestión de control, también se extiende a las demás entidades de control cuya función se ha desviado para ejercer funciones políticas, y a ello le han dado la mayor relevancia. También es de señalar como se ejercen por parte de funcionarios y algunas elites, proliferaciones, opiniones económicas de política y social sobre asuntos de gobernanza, donde se perfilan insidiosas confusiones dentro del ambiente. Que cada cual analice el asunto que es pan de cada día.
No es forzoso puntualizar que estos disidentes de la opinión de cuello blanco, están contribuyendo a desestabilizar el país, pues sus discursos y manifestaciones con algunos propósitos personales, causan más daño que la misma gestión de los entes en armas. Cambios sí, pero con acción de buscar eliminar también los carteles del desorden donde se fabrican las tragedias, preludios de un derrumbe total.
Con la vida del país dentro de mí, hago presencia en esta reflexión, con estos ensayos, traídos con papel y lápiz de la realidad que estamos viviendo, descubriendo con mis ojos y mis manos cansadas estas captaciones horrorosas donde la corrupción se perfila con gran dinamismo. Así se construyen estos pensamientos, tratando de ir puliendo la nueva independencia a través del cambio. Sin pasiones, pero con dolor de patria busco el sentir la vida. Como los médicos trato de auscultar las enfermedades eternas de mi país cuyas Genesis de la política no paran, ellas sistemáticas y evolutivas ciegan nuestros pueblos, toman vuelo en una odisea brusca teñida de luces que apagan toda esperanza de cambio por la continuidad corrupta por. deshacer.
Dice un autor “…Estamos ante una vida por fuera de cada uno, llena de necesidades y de pensamientos que constituyen una realidad…” Ello invita a hablar claro, con la verdad, con la rebeldía y el coraje del pensar crítico y la denuncia justa para la transformación de cada uno y de los pueblos de América, el Caribe y África, y todos aquellos marginados por poderes imperiales.