‘Carmen’ la historia de pasión y deseo de Prosper Mérimée, llega en su versión danza de la mano del coreógrafo sueco Johan Inger del 24 al 28 de abril al Teatro Colón. Una de las obras coreográficas más reconocidas del ballet español que se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.
La nueva temporada internacional del Teatro Colón trae en el mes de abril uno de los espectáculos más sorprendentes de la danza internacional ‘Carmen’ del coreógrafo Johan Inger, galardonado con el ‘Benois de la Danse 2016’ por esta coreografía creada especialmente para la Compañía Nacional de Danza de España.
La Compañía de Danza de España (CND), actualmente bajo la dirección artística de José Carlos Martínez, lleva 40 años por el mundo y por la historia, combinando reputadas piezas contemporáneas, obras de autores españoles y extranjeros, creaciones neoclásicas y ballets clásicos de repertorio. “Es un honor contar con este maravilloso ballet clásico con la partitura original, para toda la familia”, comentó el director del Teatro Colón, Manuel José Álvarez.
Cuando Johan Inger recibió el encargo de la CND, de montar una nueva versión de Carmen, siendo él sueco y Carmen una obra con un marcado carácter español, se encontró ante un enorme reto, pero también una gran oportunidad. Su aproximación a este mito universal tendría que aportar algo nuevo. Para ello, Inger decidió centrarse en el tema de la violencia, aproximándose a ella a través de una mirada pura y no contaminada… la de un niño. Partiendo de este enfoque, Inger crea un personaje, que propicia que seamos testigos de todo lo que pasa, a través de sus ojos inocentes, a la vez que contemplamos su propia transformación.
“Hay en este personaje un cierto misterio, podría ser un niño cualquiera, podría ser el Don José de niño, podría ser la joven Micaela, o el hijo nonato de Carmen y José. Incluso podríamos ser nosotros, con nuestra primitiva bondad herida por una experiencia con la violencia que, aunque breve, hubiera influido negativamente en nuestras vidas y en nuestra capacidad de relacionarnos con los demás para siempre”, señaló el coreógrafo, Johan Inger.
La escenografía muy limpia, cuenta con nueve prismas que al girar construyen la ambientación para cada escena. Por su parte, el vestuario del David Delfín tiene un toque español que se acerca sutilmente a los años sesenta. La música es de Georges Bizet y Rodion Shchedrin, la música adicional original es de Marc Álvarez, la dramaturgia de Gregor Acuña-Pohl, y la escenografía de Curt Allen Wilmer.
Abril 10 de 2019