“El recuerdo de las últimas elecciones presidenciales nos deja claro que el contexto de esta contienda está marcada por una polarización heredada de las épocas del plebiscito, situación que nunca convendrá a los de centro que se muestran sobrios pero sin postura definida.”
La carrera por la Alcaldía de Bogotá está en previas etapas de lo que será un contrapunteo entre Claudia López y Carlos Galán, quienes lideran junto al voto en blanco la última encuesta realizada por la firma T&SE.
Si bien parece oportuno empezar a hablar de ambos candidatos como puntas de lanza de cada opción en la ciudad, a Claudia López pareciera olvidársele que es muy pronto para sentirse ganadora de la contienda, percepción patente tras ver los debates televisivos y sus propuestas de gobierno.
En ellos se ve una postura inflexible e incluso arrogante frente a las propuestas de sus colegas de coalición, y la “tibia” costumbre de los políticos de centro de no comprometerse con fuertes apuestas sociales en sus programas de gobierno, lo que genera una legítima desconfianza en los votantes más “radicales”. Ambas situaciones son síntoma de una candidatura que se siente confiada y despreocupada al tener la votación suficiente para ganar.
Sin embargo entre la lógica y las elecciones hay un largo trecho donde se deben tomar decisiones acertadas para mantenerse fuerte hasta el día de las elecciones, cuando puede suceder hasta lo más insospechado. El recuerdo de las últimas elecciones presidenciales nos deja claro que el contexto de esta contienda está marcada por una polarización heredada de las épocas del plebiscito, situación que nunca convendrá a los de centro que se muestran sobrios pero sin postura definida.
Es evidente que la candidata sufre de este mal, no gusta en el extremo de la derecha pero tampoco convence en el extremo de la izquierda, haciendo que se explique en primer lugar una gran intencionalidad del voto en blanco y en segundo lugar un continuo crecimiento de quien parece será el candidato de la derecha, Carlos Fernando Galán. Quien con su influencia tranquilamente puede desprenderse de Turbay, un joven asociado a la pésima alcaldía de Peñalosa y cuyo gran apellido palidece frente a un pobre carisma del que si goza el protegido de Lleras.
Claudia López comprende el panorama y sabe que, de paso, debe asegurar una amplia victoria que acabe con cualquier duda de legitimidad. Situación que la obliga a tomar una decisión estratégica, mantenerse en el centro y esperar que la votación de izquierda le asuste la opción de la derecha. Mientras, a su vez, los de derecha no sean lo suficientemente fuertes para poder llegar a ganar.
Esta postura parece ser una continuación de lo difícil que es para el centro reconocer que el voto de izquierda en Bogotá es decisivo, aún más que el mismo voto de centro, y que mientras pasan las semanas ve como está siendo ignorado con una frivolidad que indica un desinterés de que participen en su futuro gobierno, ya sea programáticamente o con figuras en las secretarías.
Y el problema principal tiene nombre, se llama Metro. Su convicción de mantener una posible adjudicación del metro elevado sin estudios, crea las más amplias discrepancias que han empujado a los sectores Petristas a tener reticencia en aceptar a López como una opción por la que valga la pena votar; al fin y al cabo hará lo mismo que Galán.
Sería grosero poner a Claudia y Galán en un equilibrio cuando él ha sido presidente y adalid del partido político más corrupto que ha conocido nuestro país en los últimos años y ella por otro lado ha luchado directamente en contra de la corrupción en la clase política. Sin embargo poco importa esta situación cuando las maquinarias y empresarios ponen el dinero para expresar sus intereses en las primeras páginas y palabras de cada diario y telediario.
Seducir al voto de izquierda por lo tanto será imperativo, pero este todavía no se termina de convencer de Claudia. Quien no representa la posibilidad de un gobierno que defienda fuertes políticas sociales en educación, género, seguridad y sobre todo pueda llegar a un acuerdo con la izquierda sobre el tema del Metro subterráneo. Asunto que puede ser tranzado con un mayor compromiso en estos temas, cuestión en donde la candidata es sorprendentemente pobre.
La derecha bogotana por otro lado es mucho más básica de entender, una parte dará el voto a su iglesia preferida que difícilmente pugnará por una “lesbiana gritona” y otra parte simplemente se recoge en las maquinarias que son bolsas de empleo efectivas para contratistas corruptos, sello de garantía que Galán y Lleras saben reconocer con jugosos contratos de la entidad territorial más rica del país, el botín de los botines.
Entonces, si bien el miedo por otro gobierno de derecha en la ciudad es evidente, Claudia no parece una alternativa clara a las propuestas de ese grupo para la izquierda petrista, que tranquilamente podría quedarse en sus casas o votar en blanco, devolviendo un poco de la frivolidad a la que la candidata nos ha tenido acostumbrados desde el inicio de la campaña.
Siendo esta una realidad para buena parte de la izquierda, Galán tiene una gran chance cosechando los votos de la centro-derecha, votantes que pusieron a Peñalosa en la actual Alcaldía y podrían ver en este joven y carismático candidato una opción viable, que no se enfrenta a sus valores tradicionales como si lo hace Claudia y también representa la seguridad de un proyecto sobrio pero apersonado en el cuerpo de un hombre heterosexual padre de familia, que no grita, solo ordena como un patriarca.
El problema es que estos votos son parte de la base de votación de Claudia quien podría tambalear si no logra solidificar pilares en la izquierda, la misma que logró aglutinar a más de 8 millones de votos en un personaje como Petro y que hoy puede hacer un trabajo similar para Claudia solo si tienen los suficientes incentivos para hacerlo.
Claudia López aún está a tiempo de asegurar la alcaldía, solo tiene que adquirir un compromiso programático serio con quienes le darán la llave del Palacio Liévano a la primera alcaldesa mujer, abiertamente lesbiana, de Bogotá. Pero ella debe recordar que estos votos no se mueven por al que mejor le vaya en las encuestas, sino por quien logre convencerlos de que en su gobierno les dará mínimamente un transporte digno (tramos de metro subterráneo) y una política pública fuerte: en lo social y lo ambiental.
Autor: Víctor Guillén / Redactor de La Direkta
Julio 15 de 2019