En solo 10 años, de 1996 a 2006, los accidentes de tránsito en Bogotá se redujeron a la mitad. A pesar de enfrentar desafíos comunes a muchas ciudades (infraestructura inadecuada, congestión, contaminación, desigualdad y delincuencia), la capital colombiana se ha convertido en un poderoso ejemplo de transformación urbana.
Muchos elementos contribuyeron a este éxito, incluido el sistema de tránsito rápido de autobuses (BRT) de la ciudad, Transmilenio, que debutó en 2000; la creación de una red ambiciosa de carriles para bicicletas y la mejora de las aceras y cruces peatonales.
¿Pero cómo contribuyeron las dinámicas políticas, financieras, institucionales y de poder? Un nuevo proyecto de investigación (informe) del WRI Ross Center for Sustainable Cities and Overseas Development Institute (ODI) reveló una sinergia imprevista entre las acciones de seguridad pública en Bogotá y los esfuerzos para reducir la mortalidad por accidentes de tráfico.
La estrategia: relacionar la seguridad vial con otras cuestiones que preocupan a las personas
La década de 1990 fue una década turbulenta para Colombia, con niveles récord de violencia y homicidios. Los ciudadanos exigieron una respuesta del gobierno. En Bogotá, bajo la Administración de Antanas Mockus, se promulgó una serie de políticas de aplicación, mercadeo social y educación, bajo el lema «La vida es sagrada«. Como parte de este programa, la administración vinculó las muertes de tránsito con problemas más amplios de crimen y asesinato en la ciudad, y la enmarcó. Como parte de una crisis de salud pública.
Este enfoque impulsó la atención pública en torno a la “violencia del tráfico”. Los programas de mercadeo social y educación dirigidos alentaron a las personas a esperar un comportamiento seguro y cortés de parte de sus conciudadanos y promovieron el reconocimiento de las normas sociales en los espacios públicos, en particular las normas de tránsito. El cambio de perspectiva resultante también generó un mayor apoyo para los cambios en el transporte público y el espacio público.
Estos programas tuvieron beneficios inesperados para la seguridad vial. Por ejemplo, una política de «La vida es sagrada» establece horarios de cierre más tempranos para que los clubes nocturnos reduzcan la violencia alimentada por el alcohol. Un efecto secundario positivo fue la reducción de la conducción en estado de ebriedad, que resultó en importantes avances para la seguridad vial. Demostró que las acciones de Bogotá para reducir los delitos violentos también podrían tener un impacto en los accidentes de tránsito.
Otras estrategias potenciales
La investigación analizó otras dos ciudades que luchan con la seguridad vial y las opciones de movilidad sostenible: Mumbai y Nairobi. Allí se comparó las dinámicas de las políticas locales en las tres ciudades y se delinearon los desafíos y oportunidades clave para catalizar acciones para mejorar la seguridad vial.
La investigación reveló algunos avances, en particular la creación de una política de transporte no motorizado para Nairobi y las intervenciones de seguridad vial ordenadas por los tribunales en Mumbai.
Pero se descubrió que puede ser difícil ganar terreno político cuando se habla de la seguridad vial de forma aislada. El problema se considera a menudo como una cuestión de responsabilidad personal, en lugar de una cuestión de salud pública o servicio gubernamental.
Además de la estrategia anterior, la investigación identificó tres formas más de avanzar en la seguridad vial: vincular la seguridad vial con otros temas, como la congestión del tráfico; construir alianzas en todos los niveles de gobierno, incluidos los locales, regionales y nacionales; y producir un plan de seguridad vial dedicado con objetivos a corto, mediano y largo plazo y objetivos para construir soluciones duraderas y evitar la priorización de «ganancias rápidas» solamente.
Estas estrategias no son a prueba de fallos. Incluso en Bogotá, todavía hay progreso por hacer. Allí, los números de víctimas mortales en la carretera se han estancado y el nuevo plan de seguridad vial basado en un «sistema seguro» espera catalizar nuevas acciones. Pero su progreso espectacular en la percepción pública y la acción política relacionada con la seguridad vial lo convierten en un punto de referencia en todo el mundo. La ciudad ha demostrado que un enfoque de múltiples niveles, que combina el conocimiento técnico con campañas de conocimiento social y político, puede unir a los ciudadanos y los tomadores de decisiones en un objetivo común: salvar vidas.
Junio 20 de 2019