Reconocido por su obra escultórica ejecutada en pequeño y gran formato, caracterizada por el empleo de materiales reciclables, el joven creador cubano Tomás Nuñez, expone en la galería La Aduana de Barranquilla
Aunque la alquimia adopta muchas prácticas, desde la búsqueda de la piedra filosofal para trasmutar metales, hasta la aspiración de alcanzar la vida eterna, se puede considerar una precursora de la química… y sin lugar a dudas casi siempre con un toque o aliento misterioso.
A lo largo de octubre, el nombre Alquimia, sin embargo, acredita al joven creador cubano Tomás Nuñez, “Johnny”, quien expone en la galería La Aduana, de la ciudad de Barranquilla, su más reciente producción y revela su talento para expresarse tanto en la pintura como en la cerámica.
Reconocido por su obra escultórica ejecutada en pequeño y gran formato, caracterizada por el empleo de materiales reciclables, que adoptan formas novedosas y cualitativamente diferentes a los materiales que le dieron origen, Johnny ha evolucionado progresivamente y alcanza cotas insospechadas en el repertorio integrado por 20 platos cerámicos en mediano formato, tres esculturas, cuatro lienzos y una docena de dibujos, todo en blanco y negro, y, por supuesto la gama de los grises.
Además del austero cromatismo de las piezas, sobresale el uso de elementos fragmentados de otras obras que se insertan o ensamblan, según corresponda. Es sorprendente el resultado: formas, volúmenes, líneas que se enriquecen en un diálogo permanente con superficies planas o tridimensionales; una manera de enfocar el lenguajes abstracto dotándolo de sugerentes significados.
Colocada en un polo representativo del Atlántico colombiano, esta muestra abre una ventana al arte cubano en un circuito que puede ser, desde la constancia y la sistematicidad, una plataforma para el posicionamiento regional de los creadores de la Isla, más allá de los valores tradicionalmente establecidos.