La Uribestia es incapaz de ver colores diversos, ni matices de ninguna índole si se trata de evaluar el comportamiento presente, pasado o futuro de su líder. Uno lo siente en carne propia cuando intenta racionalizar con cualquiera de ellos. Y quién ha llevado las cosas hasta alla son un gremio, los periodistas arrodillados y ellos, han llevado a la gente a un estado de embelesamiento bobalicón con Uribe. Y los periodistas de todos los medios han incurrido en la simpleza de convertirse en caja de resonancia de toda la mala bilis que expele su mente perversa. Por eso, uno ve como corren serviles a preguntar su opinión o la de sus aúlicos, sobre cualquier hecho nacional, sobre cualquier noticia, como si ellos tuvieran algo inteligente que decir. Y lo peor, es que la uribestia no anuncia nada nuevo cuando habla. Solo se repite, solo se recrea y se regodea en sus odios.
Sus eructos mentales en video, sus incendiarios escupitajos en Twitter, sus altisonantes intervenciones en el Congreso, no dicen nada nuevo pero son reproducidos una y mil veces por los telenoticieros, reseñados en los periódicos, comentados en las redes sociales. Sin embargo, algunas cosas comienzan a cambiar. «El lenguaje agresivo es una manifestación de violencia. Y usado por un líder político en cualquiera de las redes sociales puede llegar a ser identificado por alguno de sus seguidores como una invitación, o por lo menos como una autorización velada, al uso de la violencia física contra el destinatario del trino o del discurso descalificador”, dijo la Corte cuando lo obligo a retractarse el pasado 22 de mayo–en la que era la última oportunidad para conciliar– de las palabras que como presidente, y tiempo después de dejar el cargo, pronunció sobre los jóvenes de Soacha presentados como muertos en combate en Santander hace nueve años.
«… Acepto que este tuit ofende a las Madres de Soacha y afecta la memoria de sus hijos asesinados. Me retracto además porque lo que escribí no me consta en nada diferente a lo que escuché«, afirmó Uribe durante la conciliación ante un grupo de humildes mujeres. Pero no es el único que se ha retractado para evitar ir a juicio por los delitos de injuria y calumnia. Hace dos meses, el primo de Pablo Escobar, se retractó de señalamientos que había hecho contra el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo. Jose Obdulio dijo que no les consta «para nada que el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo haya sido defensor de las causas de las Farc en tribunales internacionales y locales en contra del Estado». Igual, que Uribe, no le consta, no sabe, no es cierto, pero lo dice.
Y ahora, el pasado viernes 14 de julio, el senador Uribe publicó en su cuenta de Twitter asegurando que el columnista de la Revista Semana y exdirector de la Revista Soho, Daniel Samper Ospina, era un «violador de niños». Samper, ante las calumnias del expresidente de la República, afirmó que acudirá a las vías legales para que su buen nombre no sea manchado por las palabras desmedidas de Uribe. Curiosamente, algunos periodista se solidarizaron con Samper y le pidieron a Uribe estar a la altura “del enorme poder del que ha venido abusando sin mayores consecuencias” y a su vez pidieron, “Es hora de que el expresidente deje atrás la práctica sistemática de difamar, calumniar e injuriar a sus críticos como si no fuera un expresidente obligado a dar ejemplo, ni un ciudadano sujeto al Código Penal”, dijeron. Igual, quien esto escribe se solidariza con Daniel Samper Ospina, así mismo, con todos los colombianos de buena fe agredidos por las declaraciones salidas de tono del senador Uribe, y les recuerda a todos, que Álvaro Uribe Vélez que no puede estar por encima de la ley.
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