La obra que partió en dos la historia del agua en Colombia

Por Natasha Avendaño**

La costumbre del baño diario puede considerarse una conquista de la Ilustración, solo hasta finales del siglo XVIII comenzó a popularizarse en Europa, donde se creía que la suciedad protegía al cuerpo de enfermedades. En la Bogotá de finales del siglo XIX la situación era similar, aunque no por miedo a los mal infundados padecimientos que este hábito podría generar, sino por la precariedad del agua corriente que abastecía a los habitantes de la ciudad.

Para 1920, Bogotá ya contaba con unos 140.000 habitantes que se abastecían con las aguas de los ríos San Cristóbal y San Francisco, las cuales se desinfectaban con cloro, se llevaban hasta el tanque de Egipto y eran repartidas por una red de conexiones y acometidas que llegaban a muy pocos domicilios de la ciudad.

Como la población crecía vertiginosamente y se aceleraba la creación de barrios, planificados e informales, la entonces Compañía del Acueducto de Bogotá identificó la imperante necesidad de construir un sistema de potabilización y abastecimiento que respondiera a las necesidades de la nueva urbe, así como la de adquirir las tierras en donde se encontraban las fuentes hídricas para protegerlas y salvaguardarlas.

Fue así como, en 1923, inició la construcción de la Planta de Tratamiento de Agua Potable de Vitelma, ubicada al sur oriente de la ciudad y alimentada por el río Tunjuelo. Entró en funcionamiento en 1938, la operaban 150 trabajadores y suministraba agua potable a más de 330.000 habitantes de la capital.

Vitelma es quizá la obra civil más importante del siglo XX, no solo por su trascendencia, sino porque marcó una diferencia sustancial en la calidad de vida y la cotidianidad de los bogotanos, ya que les brindó confianza en la cobertura, continuidad y calidad del agua, favoreció la costumbre del baño diario y logró eliminar los riesgos asociados a enfermedades intestinales, tan comunes tan solo unos años atrás.

Bogotá mantuvo su ritmo de crecimiento acelerado y avanzó en la consolidación de ser la ciudad de las oportunidades, por eso, 18 años después de la inauguración de Vitelma, se inició la construcción de la Planta de Purificación del Río Bogotá al norte de la capital. Hoy, luego de 68 años, remodelada, optimizada y funcional, la también llamada Planta de Tibitoc, sigue operando para abastecer a 50 % de la ciudad y municipios vecinos.

Posteriormente, en 1972, se inició la construcción de la Planta Francisco Wiesner, una de las más grandes de Latinoamérica, que potabiliza agua de la mejor calidad al abastecerse del páramo de Chingaza y de los ríos Blanco y Teusacá, y que hoy suministra agua potable a 46 % de la capital.

A lo largo de 136 años de historia, la hoy Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá ha demostrado su excelencia técnica al responder a las necesidades de la ciudad y contar siempre con un equipo de trabajo altamente comprometido y calificado.

Sabemos que los sistemas con los que contamos garantizarán el abastecimiento de agua potable hasta 2033, pero lo indispensable hoy es gestionar acciones que den solución y aseguren el suministro para las futuras generaciones. Sobre esto les hablaré en mi próxima columna…

**Gerente de la Empresa de Acueducto de Bogotá