Las flores cadáver son escasas al florecer, pero su presencia cercana es inolvidable. A pesar de que varios jardines botánicos albergan ejemplares, los enigmas que rodean esta planta persisten.
Una rosa bajo cualquier otro nombre podría oler igual de dulce, pero cuando se trata de un Amorphophallus Titanium, no importa cuánto lo disfracemos, su olor seguirá siendo inconfundible.
Recientemente, en la Biblioteca Huntingdon, cerca de Los Ángeles, se tuvo la rara oportunidad de presenciar la apertura de los robustos pétalos de esta gigantesca “flor cadáver”, un evento que solo ocurre cada pocos años. Y, como era de esperar, su fragancia es igual de potente que impresionante es su apariencia.
“Huele a carne podrida”, dice Bryce Dunn, jardinero del conservatorio. “Intenta atraer a las moscas carroñeras para que vengan a polinizarla, así que cuanto más pueda sacar ese olor, más moscas atraerá y tendrá una floración efímera”.
La flor, que es tan alta como un ser humano, es en realidad una colección de cientos de florecillas, tanto masculinas como femeninas, que se abren en momentos ligeramente diferentes, y lleva alrededor de un mes preparándose para su floración.
Pero como todos los mejores manjares florales –piense en la delicada efimeridad de la famosa flor del cerezo de Japón, pero apestosa y con olor a cosas muertas–, hay que ser rápido para cogerla.
“Una vez que la flor se abre, desaparece en 48 horas”, dice Dunn. “Así que es una floración muy, muy efímera, pero bastante espectacular”.
Los visitantes que acudieron en masa a ver la flor cadáver en todo su acre esplendor tuvieron opiniones distintas, un amujer expreso, “Es un acontecimiento tan raro. Creo que tengo mucha suerte de poder verla”. Otro visitante fue más directo y de manera sarcástica indicó “Yo no diría que es como un cadáver, se parece más a un contenedor urbano de basura.