Petro pisa el acelerador y plantea el ‘nuevo ritmo’ en la política colombiana

Por Ociel Alí López

A diferencia de otros Gobiernos progresistas que han iniciado su gestión en medio de ataques arrebatados de la oposición (recordemos cómo al expresidente peruano Pedro Castillo le hicieron la vida imposible desde el día uno y cómo el bolsonarismo arremetió contra las instituciones a siete días de la juramentación del mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva), la Administración del jefe del Estado colombiano, Gustavo Petro, que no ha estado exento de marchas, críticas y bulos mediáticos, ha disfrutado de cierta ‘luna de miel’ posterior a su triunfo, en comparación con las reaccionarias oposiciones con que cuentan muchos de sus homólogos de izquierda.

Ya van seis meses en el Gobierno y este tiempo de relativa quietud puede ser reflejo tanto de la debilidad y fragmentación interna de la oposición como de la fortaleza de las alianzas que ha forjado el presidente Petro.

Lo cierto es que hasta ahora este cuadro político ha dejado un poco marginada a la oposición radical apuntalada por el uribismo, la corriente encabezada por el expresidente de derecha, Álvaro Uribe (2002-2010).

Este movimiento que gobernó largos años de este siglo, sí que ha decidido desde temprano confrontar de manera férrea a Petro sin el mínimo beneficio de duda.

De hecho, el domingo pasado, un grupo denominado «reservas activas de las fuerzas armadas» convocó nada menos que a un «gran paro nacional general indefinido» que culminó en una pequeña marcha en Medellín liderada por el expresidente Uribe, como preámbulo de un conjunto de marchas desarrolladas el pasado miércoles en varias ciudades colombianas.

Uribe calcula que en la medida en que crezca la oposición a Petro y salten los resortes conservadores de Colombia, utilizará su liderazgo para aglutinar y a la vez radicalizar a la oposición.

El pasado domingo, Uribe no consiguió mucho más que una triste foto con muy poca gente en una movilización en su feudo. Aunque seguida por marchas masivas en varias ciudades el día miércoles que ya van dando más consistencia a la oposición movilizada.

En este escenario de fortaleza, aunque también de conflicto, Petro ha decidido de una vez tomar la iniciativa y planteó un paquete de tres reformas en materia de salud, laboral y pensiones que tocan intereses importantes. El mandatario sabe que enfrentarán feroz resistencia.

Su reforma tributaria, catalogada de «ambiciosa«, aprobada en noviembre, ya significó un paso en firme.

En tiempos recientes, una reforma tributaria fue la chispa que prendió la pradera en el Gobierno de Iván Duque (2018-2022). La oposición esperó que pasara algo similar en esta ocasión, pero el verbo de Petro y el andamiaje político que le sustenta convencieron a las mayorías que la reforma tributaria era beneficiosa para recaudar fondos para las políticas sociales.

Así, tres meses después, el Gobierno de Petro presenta al Congreso tres propuestas de reforma que pretenden dar un giro a la forma como se agencia el tema social en Colombia.

Petro sabe que gobierna sobre un polvorín que por ahora luce manejable, pero está prevenido ante un hipotético levantamiento de las élites y sus derechas cuando se aprueben las reformas en el Congreso y esto signifique apretar el acelerador de los cambios sociales.

Y para ello, antes que la oposición le gane la calle o dispense una atmósfera tóxica que horade su legitimidad, Petro ha golpeado primero, presentando al Congreso dichas reformas de leyes, mientras en paralelo convocó movilizaciones en todo el país el pasado martes, para inflar de oxígeno su propuesta general de cambio.

La oposición ha respondido el miércoles con varias marchas en diferentes ciudades, masivas, pero sin estructura interna ni liderazgos visibles.

Es esto lo que ha pasado esta semana en Colombia

Petro sabe que gobierna sobre un polvorín que por ahora luce manejable, pero está prevenido ante un hipotético levantamiento de las élites y sus derechas cuando se aprueben las reformas en el Congreso y esto signifique apretar el acelerador de los cambios sociales.

En la marcha de Bogotá en respaldo a su gestión, desde el balcón de la Casa de Nariño, el presidente aclaró el objetivo de la convocatoria: “(estamos aquí) para dar un balance, pero también un arranque de lo que significan los cambios en Colombia. El cambio no es posible sin el pueblo. No se eligió a una persona, a Petro en la Presidencia, sino lo que se hizo en una elección es volver al pueblo gobierno, volver al pueblo poder”.

Petro está interpelando a los sectores populares y cohesionando un sujeto político para defender el proyecto que encarna. Sabe que vendrán tiempos convulsos, pero eso no lo inmoviliza.

Mientras tanto, la oposición

Por su parte, la oposición, especialmente la más ideologizada de derecha, no ha esperado por las reacciones de los sectores involucrados en la reforma, (quienes serían los principales afectados, negativa o positivamente), sino que desde una agenda negacionista y ‘anti-todo’, está cuestionando, en sí, lo que significa Petro, su pasado y su propuesta, así como el propio triunfo electoral de los sectores populares en las presidenciales del 2022.

Es decir, el conservadurismo se está movilizando para darle rostro a una identidad conservadora y de derecha y no para convencer a las mayorías que están expectantes sobre la propuesta incluyente de Petro.

Esto se notó sobremanera en las movilizaciones del domingo y el miércoles debido a sus consignas y los propósitos maximalistas emitidos.

Con estos pasos, la derecha no está gestionando una ruptura interna en los sectores que respaldan a Petro, para lo cual tendrían que manejar otro lenguaje más racional y dialogante. Sencillamente está emergiendo en la palestra como un sujeto élite que ahora está movilizado y en oposición. Con estas marchas, las clases altas y medias ya no miran con recelo a las manifestaciones populares desde la TV, sino que han ido a la calle a disputar ese terreno.

El conservadurismo se está movilizando para darle rostro a una identidad conservadora y de derecha, y no para convencer a las mayorías que están expectantes sobre la propuesta incluyente de Petro.

En Colombia, de forma muy similar al resto de América Latina, la oposición al Gobierno de izquierda se moviliza en forma de clases privilegiadas que no quieren perder su dominio sobre la política del país.

Y esa es la gran debilidad opositora, puesto que le cuesta mucho articular con sectores populares, léase electorales.

Después de esta semana de marchas y contramarchas, Petro no solo ha salido fortalecido sino que ha planteado el nuevo ritmo que llevará la política colombiana los próximos meses.

Por ahora está marcando la pauta, catalizando las transformaciones y cohesionando un sujeto movilizado.

Colombia es otra, indudablemente.

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Ociel Alí López**

Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América latina.

Fuente: Actualidad RT