El actor Matthew McConaughey pronunció un emotivo discurso en la Casa Blanca donde compartió detalles sobre las víctimas en edad escolar del tiroteo en Uvalde. Antes de su aparición en la sala de reuniones de la Casa Blanca, McConaughey, originario de Uvalde, se reunió con el presidente Joe Biden para discutir las reformas de armas. Esta es la transcripción de la Casa Blanca de los comentarios del actor:
Para hacer que la pérdida de estas vidas importe.
Mi esposa Camila y yo, estuvimos la mayor parte de la semana pasada en el terreno con las familias en Uvalde, Texas, y compartimos historias, lágrimas y recuerdos.
El común denominador, aparte del enojo, la confusión y la tristeza, era el mismo: ¿cómo pueden estas familias continuar honrando estas muertes manteniendo vivos los sueños de estos niños y maestros?
Una vez más, ¿cómo podemos hacer que importe la pérdida de estas vidas?
Entonces, mientras honramos y reconocemos a las víctimas, debemos reconocer que esta vez parece que algo es diferente. Existe la sensación de que tal vez haya un camino viable a seguir. Las partes responsables en este debate parecen al menos comprometidas a sentarse y tener una conversación real sobre un nuevo y mejorado camino a seguir, un camino que puede unirnos y hacernos más seguros como país, un camino que en realidad pueda marcar una diferencia esta vez.
Camila y yo vinimos aquí para compartir mis historias desde mi ciudad natal de Uvalde. Vine aquí para reunirme con funcionarios electos en ambos lados del pasillo. Vinimos aquí para hablarles, hablar con ellos e instarlos a hablar entre ellos, para inspirarlos y recordarles que el pueblo estadounidense seguirá impulsando la misión de mantener seguros a nuestros niños, porque es más que nuestro derecho a hacerlo, es nuestra responsabilidad hacerlo.
Estoy aquí hoy con la esperanza de aplicar la energía, la razón y la pasión que tengo para tratar de convertir este momento en una realidad. Porque como dije, este momento es diferente. Estamos en una coyuntura favorable en este momento en la que no hemos estado antes, una oportunidad en la que parece que puede… un cambio real puede suceder.
Uvalde, Texas, es donde nací. Es donde mi madre era maestra en un jardín de niños a menos de una milla de la escuela primaria Robb. Uvalde es donde aprendí a dominar una pistola Daisy BB. Tardé en eso… eso tardó dos años antes de graduarme en aprender a usar una escopeta 410. Uvalde es donde me enseñaron a venerar el poder y la capacidad de la herramienta que llamamos arma. Uvalde es donde aprendí sobre la posesión responsable de armas.
Y Uvalde me llamó el 24 de mayo, cuando me enteré de la noticia de esta devastadora tragedia. Había estado fuera del alcance del celular trabajando en el estudio todo el día cuando salí y los mensajes sobre un tiroteo masivo en la ciudad en la que nací comenzaron a inundar mi bandeja de entrada.
Con un poco de conmoción, conduje a casa, abracé a mis hijos un poco más fuerte y durante más tiempo que la noche anterior, y luego se asentó la realidad de lo que había sucedido ese día en la ciudad en la que nací.
Así que a la mañana siguiente, Camila, los niños y yo cargamos la camioneta y nos dirigimos a Uvalde. Y cuando llegamos unas horas más tarde, tengo que decirles que incluso desde el interior de nuestro vehículo se podía sentir la conmoción en la ciudad. Podías sentir el dolor, la negación, la desilusión, la ira, la culpa, la tristeza, la pérdida de vidas, los sueños interrumpidos.
Vimos ministros. Vimos socorristas, consejeros, cocineros, familias tratando de llorar sin que fuera noticia de primera plana.
Nos reunimos con el director de la funeraria local e innumerables funerarios que, que no habían dormido desde la masacre del día anterior porque habían estado trabajando las 24 horas del día tratando de manejar tantos cuerpos a la vez… tantos cuerpos pequeños e inocentes que tenían sus vidas enteras aún por vivir.
Y ahí es donde conocimos a dos de los padres afligidos, Ryan y Jessica Ramírez. Su hija de 10 años, Alithia, era una de los 19 niños asesinados el día anterior.
Sobre, Alithia, su sueño era ir a una escuela de arte en París y algún día compartir su arte con el mundo. Ryan y Jessica estaban ansiosos por compartir el arte de Alithia con nosotros y dijeron que si podíamos compartirlo, de alguna manera eso haría que Alithia sonriera en el cielo. Nos dijeron que mostrar el arte de Alithia a alguien más la mantendría con vida de alguna manera.
Ahora, este dibujo en particular es un autorretrato de Alithia dibujando, y su amigo está en el cielo mirándola dibujando el mismo dibujo. Sobre este dibujo, su madre dijo: “Sabes, nunca antes le habíamos hablado sobre el cielo, pero de alguna manera ella lo sabía”.
Alithia tenía 10 años.
Su padre, Ryan, este hombre se mantuvo ecuánime. Estaba extraordinariamente sereno y tranquilo. Cuando un amigo suyo agotado se acercó y dijo: “¿Cómo estás tan tranquilo? Yo me estaría volviendo loco”, Ryan le contestó: “No, no lo harías. No, no lo harías. Serías fuerte por tu esposa e hijos, porque si ven que te vuelves loco, eso no los ayudará”.
Apenas una semana antes, Ryan consiguió un trabajo de tiempo completo instalando líneas eléctricas de poste a poste. Y todos los días, desde que consiguió ese trabajo de tiempo completo bien remunerado, le recordaba a su hija, Alithia… le decía: “Nena, papá ya te podrá consentir”. Se lo decía todas las noches. Él dijo: “Papá te llevará a SeaWorld algún día”.
Pero no llegó a… no logró consentir a su hija, Alithia. Ella no pudo ir a SeaWorld.
También conocimos a Ana y Dani… Danilo, la mamá y el padrastro de Maite Rodríguez, de nueve años. Y Maite quería ser bióloga marina. Ella ya estaba en contacto con la Universidad A&M en Corpus Christi para su futura inscripción universitaria. Nueve años de edad.
Maite se preocupaba tanto por el medio ambiente que cuando la ciudad le preguntó a su madre si podían lanzar algunos globos al cielo en su memoria, su madre dijo: “Oh no, Maite no querría generar basura”.
Maite usaba unos tenis Converse verdes en bota con un corazón dibujado a mano en la puntera derecha porque representaban su amor por la naturaleza.
Camila tiene estos zapatos. ¿Puedes mostrar estos zapatos, por favor?
Usaba estos todos los días. Converse verdes con un corazón en la puntera derecha. Estos son los mismos Converse verdes en sus pies que resultaron ser la única evidencia clara con la que pudieron identificarla después del tiroteo. ¿Qué les parece eso?
Maite escribió una carta. Su mamá dijo que si la carta de Maite podía ayudar a alguien a cumplir su sueño, entonces su muerte tendría un impacto, y significaría que su muerte tuvo sentido y no fue en vano, que haría que la pérdida de su vida importara.
La carta dice: “Bióloga marina. Quiero aprobar la escuela para entrar a la universidad de mis sueños. La universidad de mis sueños está en Corpus Christi, junto al mar. Necesito vivir al lado del océano porque quiero ser bióloga marina. Los biólogos marinos estudian los animales y el agua. La mayor parte del tiempo, estaré en un laboratorio. A veces, estaré en la televisión”.
Ahora, hablemos de Ellie García, una niña de 10 años, y sus padres, Steven y Jennifer. A Ellie le encantaba bailar y le encantaba ir a la iglesia. Incluso sabía conducir tractores y ya estaba trabajando con su papá y su tío cortando el césped.
“Ellie siempre compartía sus regalos, su tiempo, incluso comida a medio comer en su plato”, dijeron. Contaron: “En la casa, le decíamos la ‘gran donadora de regalos”. Sonriendo entre lágrimas, su familia nos contó cómo a Ellie le encantaba abrazar. Mencionaron que era la que más abrazaba en la familia. Ahora, Ellie creció como católica, pero había estado yendo a la iglesia bautista con su tío durante los últimos dos años. Su mamá y su papá estaban orgullosos de ella porque, dijeron, “Ella estaba aprendiendo a amar a Dios, sin importar dónde”. La semana anterior a su fallecimiento, se había estado preparando para leer un versículo de la Biblia para la misa del próximo miércoles por la noche. El versículo era de Deuteronomio 6:5. “Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. En eso se estaba convirtiendo Ellie. Pero nunca llegó a leerlo en la misa de ese miércoles por la noche.
Luego está la historia de amor de cuento de hadas de una maestra llamada Irma y su esposo, Joe. Qué gran familia es esta. Esta fue una familia increíble. Camila y yo, nos sentamos con unos 20 miembros de su familia en la sala de estar, junto con sus cuatro hijos. Tenían, los niños tenían 23, 19, 15 y 13 años. Ellos, compartieron todas estas historias sobre Irma y Joe: servían a la comunidad y organizaban muchas fiestas, y cómo Irma y Joe planeaban tener un food truck juntos cuando se jubilaran pronto. Eran personas humildes y trabajadoras. Irma era una maestra que, según su familia, “hizo todo lo posible y simplemente no podía decir que no a ningún tipo de enseñanza”. Joe había estado yendo y viniendo del trabajo a 70 millas (113 kilómetros) de distancia en Del Rio durante años. Juntos, eran el pegamento de la familia. Ambos trabajaban horas extras para mantener a sus cuatro hijos. Irma incluso trabajaba todos los veranos cuando no había clases. El dinero que había ganado hace dos veranos sirvió para… sirvió para pintar el frente de la casa. Con el dinero que ganó el verano pasado pagó para pintar los costados de la casa. El trabajo de este verano iba a servir para pintar la parte de atrás de la casa. Debido a que Irma fue una de las maestras que fue baleada en el salón de clase, Joe, su esposo, literalmente murió de dolor al día siguiente cuando tuvo un ataque al corazón. Nunca pudieron pintar la parte de atrás de la casa, nunca pudieron jubilarse y nunca pudieron tener ese food truck.
También conocimos a una cosmetóloga. Sí, estaba bastante familiarizada con el maquillaje mortuorio. Esa es la tarea de hacer que las víctimas parezcan lo más pacíficas y naturales posible para estar en el ataúd abierto. Estos cuerpos eran muy diferentes. Necesitaban mucho más que maquillaje para estar presentables. Necesitaban una extensa restauración. ¿Por qué? Debido a las heridas de salida excepcionalmente grandes de un rifle AR-15. La mayoría de los cuerpos estaban tan mutilados que solo las pruebas de ADN o unos Converse verdes pudieron identificarlos. Muchos niños quedaron no solo muertos, sino huecos.
Así que sí, se van a necesitar terapeutas en Uvalde durante mucho tiempo. Se necesitan terapeutas durante mucho tiempo en todos estos lugares donde estos tiradores masivos han estado. Muchos me dijeron que se necesita todo un año antes de que la gente sepa qué hacer después. E incluso entonces, cuando se vuelvan lo suficientemente seguros para dar el primer paso adelante, toda una vida no va a curar esas heridas. Repito, ¿saben lo que cada uno de estos padres quería, lo que nos pidieron? ¿Qué nos expresó cada padre por separado a su manera a Camila ya mí? Que quieren que los sueños de sus hijos sigan vivos. Que quieren que los sueños de sus hijos continúen logrando algo después de su partida. Quieren hacer que la pérdida de sus vidas importe. Miren, escuchamos de muchas personas. Familias de los difuntos: madres, padres, hermanas, hermanos. Agentes de Texas, cazadores, Patrulla Fronteriza y propietarios responsables de armas que no renunciarán a su derecho a portar armas según la Segunda Enmienda. ¿Y saben lo que dijeron todos? “Queremos escuelas seguras y protegidas, y queremos leyes sobre armas que no faciliten que los malos obtengan estas malditas armas”.
Entonces, sabemos lo que está sobre la mesa. Necesitamos invertir en salud mental. Necesitamos escuelas más seguras. Necesitamos restringir la cobertura sensacionalista de los medios. Necesitamos restaurar nuestros valores familiares. Necesitamos restaurar nuestros valores estadounidenses. Y necesitamos la posesión responsable de armas, la posesión responsable de armas. Necesitamos verificaciones de antecedentes. Necesitamos aumentar la edad mínima para comprar un rifle AR-15 a 21 años. Necesitamos un periodo de espera para esos rifles. Necesitamos leyes de bandera roja y consecuencias para aquellos que abusan de ellas. Estas son regulaciones razonables, prácticas y tácticas para nuestra nación, estados, comunidades, escuelas y hogares. Los dueños de armas responsables están hartos de que la Segunda Enmienda sea abusada y secuestrada por algunos individuos trastornados.
Estas regulaciones no son un paso atrás; son un paso adelante para una sociedad civil y la Segunda Enmienda.
Miren, ¿es esto una panacea? Por supuesto que no.
Pero la gente está sufriendo: las familias, los padres. Y miren, a pesar de lo dividido que está nuestro país, este tema de la responsabilidad de las armas es uno en el que estamos más de acuerdo que en contra. Realmente lo es. Pero esto debería ser un tema no partidista. Esto no debería ser un tema partidista.
No hay un valor demócrata o republicano en un solo acto de estos tiradores. No lo hay.
Pero la gente en el poder no ha actuado. Así que les estamos preguntando y yo les estoy preguntando, por favor, pregúntense: ¿pueden ambos lados superarlo? ¿Pueden ambas partes ver más allá del problema político en cuestión y admitir que tenemos entre manos un problema de preservación de la vida?
Porque ahora tenemos la oportunidad de aspirar a y alcanzar un terreno más alto por encima de nuestras afiliaciones políticas, la oportunidad de tomar una decisión que haga más que proteger a sus partidos, la oportunidad de tomar una decisión que proteja a nuestro país ahora y la próxima generación.
Tenemos que mirarnos en el espejo con sobriedad, humildad y honestidad y renovarnos basándonos en lo que realmente valoramos. Lo que realmente valoramos.
Tenemos que tener un verdadero coraje y honrar nuestras obligaciones inmortales en lugar de nuestras afiliaciones partidarias.
Basta de contragolpes. Ya basta de la invalidación del otro lado. Vayamos a la mesa común que representa al pueblo estadounidense. Encontremos un punto medio, el lugar donde la mayoría de los estadounidenses vivimos de todos modos, sobre todo en este tema.
Porque les prometo, Estados Unidos, ustedes y yo, no estamos tan divididos como nos dicen que estamos. No.
¿Qué tal si nos inspiramos? Darnos una causa justa para reverenciar nuestro futuro nuevamente. Tal vez establecer un ejemplo para nuestros hijos, dennos una razón para decirles: “Escucha y observa a estos hombres y mujeres. Aquí tenemos grandes líderes estadounidenses. Espero que crezcas para ser como ellos”.
Y admitámoslo: no podemos ser líderes de verdad si solo vivimos para la reelección.
Hay que mantenernos informados y ser sabios, y hay que actuar según lo que verdaderamente creemos.
Una vez más, tenemos que mirarnos en el espejo, liderar con humildad y reconocer los valores que son inherentes a la política, pero que también están por encima de ella. Tenemos que tomar decisiones, adoptar posturas, adoptar nuevas ideas y preservar las tradiciones que pueden crear un verdadero progreso para la próxima generación.
Con un liderazgo real, comencemos a darnos, a todos nosotros… con un liderazgo real, comencemos a darnos a todos buenas razones para creer que el sueño americano no es una ilusión.
Así que ¿por dónde empezamos? Comenzamos por tomar las decisiones correctas sobre el tema que tenemos frente a nosotros hoy.
Comenzamos por hacer leyes que salven vidas inocentes y no infrinjan nuestros derechos de la Segunda Enmienda. Comenzamos ahora votando para aprobar políticas que puedan evitar que tengamos tantos Columbines, Sandy Hooks, Parklands, Las Vegas, Búfalos y Uvaldes de ahora en adelante.
Comenzamos dándole a Alithia la oportunidad de ser consentida por su papá.
Comenzamos dándole a Maite la oportunidad de convertirse en bióloga marina.
Comenzamos dándole a Ellie la oportunidad de leer su versículo bíblico en la misa del miércoles por la noche.
Comenzamos dándoles a Irma y Joe la oportunidad de terminar de pintar su casa, tal vez jubilarse y comprar ese food truck.
Comenzamos dándoles a Makenna, Layla, Maranda, Nevaeh, José, Xavier, Tess, Rogelio, Eliahna, Annabell, Jackie, Uziyah, Jayce, Jailah, Eva, Amerie y Lexi… empezamos dándoles a todos nuestra promesa de que sus sueños no serán olvidados.
Empezamos por hacer que la pérdida de estas vidas importe.
Gracias. Gracias.