El director, documentalista, guionista, productor y actor alemán, Werner Herzog, recomendó hoy a estudiantes de cine de distintos países en Cuba, tratar de ser autónomos, apegarse cada cual a su cultura y ser profundos lectores.
“Si no lees puedes hacerte cineasta, pero mediocre”, aseveró el prestigioso realizador durante un diálogo en la Escuela Internacional de Cine y Televisión, localizada en la occidental provincia de Artemisa, en el municipio San Antonio de Los Baños.
Reacio al estudio académico de su profesión, Herzog exhortó a los jóvenes aprendices a experimentar el mundo de las maneras más básicas, viajar a pie, exponerse a situaciones y personas que no los esperan.
Según sus cálculos, recorrer tres mil kilómetros tomaría unos tres meses y probablemente reporte una experiencia más intensa que la de pasarse tres años en una escuela de cine.
Lo dice precisamente un autodidacta que para filmar debió ganarse el dinero como soldador en una fábrica de acero durante las noches, entre muchos otros trabajos.
A Herzog se le considera uno de los fundadores del denominado Nuevo cine alemán y en la actualidad asiste a diversas instituciones académicas de varios países para relatar su experiencia como director, un oficio por el cual le han pronosticado que podría terminar detenido y con una camisa de fuerza.
“Cuando lean esa noticia de mí en internet sabrán que llegué a buen fin”, exclamó risueño este maestro algo raro, pues en algunos lugares enseña cómo abrir cerraduras y falsificar permisos de grabación, se reconoce a sí mismo como un hombre de trabajo e invita a defender las visiones propias.
En los próximos días, el artista impartirá un taller dentro de una de las maestrías ofertadas por la institución académica cubana y solo aspira a ver las obras que sus estudiantes sean capaces de hacer.
Herzog se sorprendió el día que le pidieron poner voz a un personaje que lo representaría él mismo como estrella invitada de un episodio de la popular serie de animación Los Simpson.
Pese a no saber leer música, cuenta que trabajar en puestas de ópera le enseñó a encontrar su propia voz, y de hecho no usa otra en sus documentales, también ha disfrutado ser el narrador de incontables aventuras de Los pingüinos de Madagascar.
Como director a veces recurre a actores amateurs, otras a profesionales, y en todas partes le recuerdan su idea de trabajar con artistas en estado de hipnosis durante el rodaje de la cinta Corazón de cristal, porque buscaba cierta estilización, dice.
Prensa Latina