Un hilo de mierda: Historia de una alcantarilla

Algunas historias del alcantarillado de Londres y su relación con enfermedades mortales como el cólera, la mierda y su historia hasta llegar al sanitario moderno.

Por Profeta Baruc

Situémonos, mediados del siglo XIX, Londres con 2.5 millones de habitantes es la urbe más grande del planeta.

Había barrios donde el apiñamiento era inimaginable, 40 personas en una casa era normal, en St Giles vivían 54000 en unas pocas calles.

Imagínense la cantidad de excrementos generada, estos iban a parar a pozos negros, situados en los sótanos y totalmente desatendidos.

Hay documentados informes de sótanos con un metro de mierda, mierda que se filtraba y acababa en cualquier parte.

Limpiar un pozo era un trabajo desagradable y peligroso que costaba un chelín, algo inalcanzable para muchos, por lo que apenas se vaciaban.

En este escenario hace su aparición una enfermedad venida de la India y de la que apenas se sabe nada: el cólera.

Al comienzo no se le hizo mucho caso porque se asociaba a los pobres pero cuando comenzó a aparecer en barrios acomodados cundió el pánico.

Con una tasa de mortalidad del 50% sus principales características eran la rapidez y la agónica muerte con diarrea y deshidratación.

La principal teoría para su origen era la teoría miasmática que postulaba que las emanaciones fétidas del suelo eran las causantes.

Ahora viene lo bueno, como el problema eran los olores el gobierno decidió vaciar las fosas y verter todo al Támesis, así el olor se iría.

…el problema es que del Támesis obtenían gran parte del agua que tomaban por lo que la situación empeoró.

El Támesis se llenó de tanta mierda que el mismo Faraday publicó en el Times una carta quejándose de que el agua era marrón y opaca.

Faraday hizo un experimento: tiró trozos de papel al río y observó que antes de haberse hundido una pulgada eran ya indistinguibles.

Pasear por Londres en aquella época tenía que ser toda una aventura. Y en un inesperado giro de los acontecimientos aquí aparece John Snow.

Snow fue uno de esos personajes que solo se dan en el s. XIX, se hizo anestesista cuando las dosis eran a ojo y muchos no despertaban.

Una semana después de habérsele muerto un paciente anestesió a la reina Victoria por su 8° embarazo, lo hizo él porque nadie más se atrevía.

Se interesaba mucho por el origen de las enfermedades y pronto se dio cuenta de que la teoría miasmática, como en un chiste malo – hacía aguas.

¿Si el problema eran los olores por qué afectaba a un barrio en concreto y no al de al lado? ¿Por qué no morían los poceros primero?

Alertó a las autoridades de que el problema estaba en el agua, presentó datos que recopiló de diferentes brotes pero no le hicieron caso.

En un brote especialmente virulento que se dio en el Soho en 1854 murieron más de 500 personas en 10 días y Snow volvió a intentarlo.

Hizo un mapa con las víctimas y las relacionó con los suministros de agua, una de las primeeras infografías de la historia.

Cada raya era un muerto y el mapa mostraba de forma clara como el número de víctimas se concentraba alrededor de la fuente de Broad Street.

Incluso demostró que gente que había muerto alejada de Broad Street había bebido agua de esa fuente por familiares que se la había llevado.

Logró que las autoridades quitasen la manivela de la bomba y el brote de cólera fue disminuyendo hasta desaparecer.

A pesar de las evidencias siguieron si aceptar las teorías de Snow y se negaron a aceptar su descubrimiento, el problema era el olor.

Pero la historia no acaba aquí, otro de esos personajes del XIX llamado Bazalgette aportará la solución definitiva.

Joseph w. Bazalgette era un hombre bajito con el aspecto que nos viene a la cabeza cuando pensamos en un inglés de aquella época.

Su padre era comandante pero descartó la carrera militar por su estatura y se formó como ingeniero de ferrocarriles.

Tras un shock nervioso comenzó a interesarse por la higiene y la sanidad en un Londres sepultado por suciedad y malos olores.

Ideó un plan para colocar baños públicos en zonas estratégicas de Londres y vender la orina a la industria, cada baño generaría 48£ anuales.

Aunque su proyecto nunca se llevó a cabo, hizo que la gente se fijase en Bazalgette en lo referente a temas de alcantarillado y pronto recurrieron a él.

Pasa a veces en la Historia que parece que el destino coloca a la persona adecuada en el momento adecuado y así fue en este caso.

El verano de 1858 una combinación de altas temperaturas y sequía hizo que la suciedad se quedase estancada dando como resultado el Gran Hedor.

Nadie se acercaba al Támesis, fue durante el Gran Hedor cuando Faraday realizó el experimento del que hablé antes.

Las sesiones del Parlamento se suspendieron, y fue durante este Gran Hedor cuando un incomprendido John Snow fallecía de apoplejía.

Todos estaban de acuerdo en que había que reformar el sistema de alcantarillado de Londres, ¿en quién pensaron? En Joseph W. Bazalgette.

Y aquí se tiene que hacer un inciso importante: Un elemento que colaboró de manera clara a la terrible situación de Londres fue el inodoro con cisterna.

El inodoro con cisterna fue el invento estrella de la Gran Exposición de 1854 en Londres, la gente hacía cola para poder probarlo.

Les maravillaba que el agua se llevase los excrementos y todos querían uno en su casa, en poco tiempo llegó a haber 200000 en Londres.

Pero el alcantarillado estaba preparado para gestionar solo agua de lluvia y el inodoro hizo que las cloacas se colapsasen.

Pero volvamos con Bazalgette, el proyecto que tenía ante él era colosal, 2000 Km de túneles, cálculo de dimensiones, gestión de hombres…

Para las dimensiones cuentan que tomo la población más densa, les asignó una producción de residuos «generosa».

Y cuando tuvo el diámetro del tubo lo multiplicó por dos por «posibles imprevistos» de no haberlo hecho se habrían desbordado hacia 1960.

Construyó diques (dejando espacio para una línea de metro y conductos de gas) que estrecharon el río, aumentando la velocidad del caudal.

Con los 2.5 millones de m3 de tierra extraída hizo paseos y parques, construyó estaciones de bombeo…se usaron 318 millones de ladrillos.

Joseph Bazalgette cumplió de manera brillante con su cometido, prueba de ello es que es el alcantarillado que se sigue usando hoy.

Curiosamente la idea inicial era llevarse los malos olores pero se llevaron también muchas posibilidades de generarse epidemias de cólera.

Y hasta aquí esta historia fétida, espero que les haya gustado, aunque no por eso deja de ser una historia de mierda.

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@Profeta_Baruc, autor de esta crónica, es un español de quien se desconoce su verdadera identidad, asegura que es una persona normal como cualquier otro, que un día descubrió por casualidad las redes sociales, en este caso el Twitter, algo que le cayó como “anillo al dedo” para según él donde poner sus tonterías. Allí descubrió que había más gente como él y decidió quedarse. Hoy @Profeta_Baruc cuenta con más de 52.200 seguidores, distinguiéndose por ser un maestro del humor negro y del sarcasmo.

De su alias explica que “‘Lo elegí por puro azar, tenía que elegir un nombre y tenía una biblia a mano, la abrí y elegí el primer nombre que me gustó”, aunque la razón de porque escogió el nombre del secretario del profeta Jeremías para su disfraz no es muy convincente, porque se sospecha que es un intelectual con estudios avanzados.

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